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Drew

Metí la ropa que había utilizado dentro del bolso y sacudí mi húmedo cabello luego de haber tomado una ducha después del arduo entrenamiento. Era la mejor sensación poder descargar cualquier sentimiento, a veces simplemente me perdía golpeando ese saco de boxeo.

Tenía una sola cosa en mente y era que debía ganar a como dé lugar, de todas formas si no lo conseguía, sabía que me enfrentaría a la mirada recriminadora de mi entrenador, pero esto lo hacía por mi. Era lo que me gustaba hacer, golpear a una persona no era algo que me diera remordimiento.

Tomé el bolso saliendo del viejo edificio y lo tiré en la cajuela del coche para luego subir.

Me gustaba practicar temprano, en verdad comenzaba bien mi día, si eso no sucedía, mi humor andaba de los mil demonios.

La música pesada comenzó a retumbar en el auto y cogí un par de discos que estaban esparcido en el asiento para luego lanzarlos a cualquier espacio del coche. Manejé concentrándome en la carretera que se reflejaba en mi mirada mientras encendía un cigarrillo que deslice hasta mis labios, con la intención de que el tabaco inundara mis pulmones de ese adictivo sabor.

Expulse el humo que había retenido, disfrutando cada de segundo.

Tiré la colilla al suelo ya consumida y la aplaste con la suela de mis tenis. Subí al ascensor, apoyando mi cabeza en el frío metal pero se sentía bien. Mis cabellos se apegaron aún húmedos a mi cuello y me vi en la obligación de bajar cuando escuché un pitido que me indicaba que ya había llegado al piso.

Miré hacia el pasillo y la vi a ella, acariciando con delicadeza las hebras rizadas del chico que la besaba insistentemente. Caminé despacio, casi con una caminata torturadora.
Ella me miró fijamente ¿Quizás avergonzada? No sabría decirlo.

Tense mi mandíbula, casi haciéndome daño y luego le sonreí, o quizás tan solo fue una mueca de mi parte, pero ella no quitó sus ojos verdosos de los míos. Entré a mi apartamento antes de seguir viendo la escena que se reproducía delante de mis ojos. No tenía intenciones de seguir viendo como se besaba con el tío que tenía cabello de chica; recordaba cuanto le había molestado que hablara así de su novio, pero era lo que pensaba y no me arrepentía de hacérselo saber, es más, no me sorprendería que el tío fuera gay y que solo estuviera con ella para ocultarlo.

Sonreí silencioso por mis pensamientos, pero esa idea me resultaba tentativa.

Dejé el bolso en el suelo, ahora simplemente debía comer algo antes de que mi estómago exigiera algo de comida, cosa que sentía que pasaría pronto.


Un chiquillo de unos dieciocho años intentaba acertar en sus golpes contra el saco de boxeo, pero se veía el miedo en cada uno de sus movimientos. Bufé comenzando a exasperarme.

-Debes golpear con fuerza.

Le miré fijamente, hablándole duramente, pero si los trataba como unos niñatos, definitivamente nunca conseguirían superarse.

-No puedo-Su voz se escuchó temblorosa y suspiró dejando los brazos a sus costados.

-Golpea el maldito saco.

Gruñí observándole y él casi salto por la manera en la cual le hablaba.

Le vi asentir suavemente y consiguió dar un par de golpes en cualquier dirección, en las cuales, en algún momento consiguió darle a su objetivo pero no fue lo suficiente bueno. Golpeaba rápidamente y daba un par de gritos con los cuales me daban ganas de gritarle que se callara, pero me mantuve en silencio, intentado que mi paciencia no se acabara. No entendía como había aceptado este trabajo, era bueno no lo niego pero enseñarles boxeo a un par de adolescentes me hacía perder la poca paciencia que poseía. Yo sabía que era de esas personas que no servía para enseñar y prontamente me salía de mis cabales.

Hit Me © | Terminada |Where stories live. Discover now