2.

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<<Mierda.>>

Al llegar a su mesa, la número 13 que estaba situada al lado de la ventana y en la cual yo siempre me sentaba cuando debía quedarme a cerrar el local, mis manos tuvieron que buscar apoyo en una de las sillas, debido a que mi cuerpo parecía no responder por sí solo.

-¿Te encuentras bien?-me preguntó aquel chico e hizo un intento de levantarse para quizás ayudarme al cual yo reaccioné retirando mis manos de la silla, haciéndole saber que me encontraba estable.

-Yo... eh... anotar... eh... pedido... no sé-tartamudeé mirando al piso, casi en un susurro mientras me maldecía por ser estúpidamente tímida; es por ello por lo que soy "la de detrás del mostrador."

-Mírame y te diré mi pedido.-me dijo y noté su sonrisa pese al hecho de que mis ojos seguían plasmados en el suelo.

<<¿A qué juega este chico? ¿No me conoce de nada y por la real cara no sólo me pide que sea su camarera si no que encima me obliga a mirarle a los ojos cuando es obvio que tengo vergüenza ajena? ¿Acaso no conoce el término "ser tímida"?>>

Estuve un par de segundos contemplando el suelo cuando, tras dejar escapar un suspiro, me coloqué un pelo rebelde detrás de mi oreja y mis ojos verdes se encontraron con los suyos marrones. Es cierto que mis ojos no son los "típicos ojos verdes" porque sinceramente, parece más bien moho que otra cosa, ya que es color oliva, aunque yo prefiero llamarlo simplemente "verde."

Nos quedamos así un par de segundos o tal vez fueron minutos, pero sus ojos chocolate me hipnotizaron; jamás pensé que unos ojos pudieran esconder un mar tras ellos. Fue cuando mis ojos se fijaron en su mirada, tan sincera y deslumbrante, que perdí control sobre mí misma y mis murallas, las cuales habían sido creadas con el mismísimo diamante, material irrompible, no tan irrompible como yo creía, le devolví la sonrisa: una sonrisa sincera, la primera desde hacía mucho.

Tras darme cuenta de mi fallo, del hecho de que mis murallas habían cedido ante él, un completo extraño, mis ojos cortaron el contacto con los suyos y tras dedicarle una simple sonrisa falsa, una simple subida de labios, abrí la libreta donde anotaría su pedido y el boli que ahora sujetaba con mi mano derecha estaba por fin, listo para ser empleado.

-¿Y... y bien?-pregunté, esta vez intentando controlar mi manía de tartamudear debido a mi problema de comunicación y confianza.

-Pues me gustaría pedir lo que tu sueles desayunar.-me respondió, mientras buscaba desesperadamente reenlazar sus ojos con los míos, como si supiera el efecto que eso causa en mí, como si supiera lo fácil que le es romper mis murallas, como si supiera cómo pierdo el control en su presencia.

-¿Por qué?-le pregunté con tanto sentimiento en mi voz que mis ojos, ya enlazados con los suyos, parecieron ver una chispa, una pequeña parte de mi dolor y de mis ansias de encontrar esperanza; como si la pregunta en sí no se refiriera al pedido si no al hecho de por qué él logra hacer lo que hace, de por qué no puedo hacer nada para defenderme, de por qué me siento reflejada en él.

-¿Cómo te llamas?-el hecho de que haya dejado escapar mi pregunta me hace sentir aliviada pero a la vez asustada. Me alivia el hecho de que no haya querido compartir lo que ninguno de los dos sabe, me alivia saber que lo que él me causa no es algo que él haya planeado desde un principio, me alivia lo inesperado pero a la vez me asusta, ¿qué tiene este chico que hace que mi interior ceda a él? ¿qué tiene este chico que hacer callar a mi demonio, a ella?

-Sky... Skylar O... O'Sullivan.-respondí, mientras anotaba en la libreta de pedidos mi desayuno ideal, si pudiera permitirme el lujo de no preocuparme por si ella me bombardeara con inseguridades.

-Skylar O'Sullivan-al oír mi nombre completo escapar de sus labios, sentí una punzada en el pecho y me pregunté qué demonios me estaba pasando y si el hecho de que causara tal reacción en mí era por algún extraño motivo-Es un placer conocerte, mi nombre es Calum Hood.

<<Calum Hood.>> me repetí una y otra vez, mientras mis ojos no podían escapar de su mirada, penetrándome en lo más profundo de mi ser.

Decedí dirigirle una última mirada antes de retirarme hacia la cocina, donde le comuniqué el pedido a los cocineros. Después de esto, me dirigí a mi sitio habitual: detrás del mostrador.

-¡PEDIDO PARA LA MESA TRECE LISTO!-no me había dado cuenta de lo mucho que mi mirada había estado perdida en la nada cuando el pedido ya listo de Calum, hizo que me despertara.

Tras coger el pedido y colocarlo encima de la bandeja, hice varios movimientos ninjas para poder llevarle todo a Calum en una pieza porque una cosa que todo el mundo conoce sobre mí es que soy torpe en un nivel extremo. Conseguí servirle todo a Calum en una pieza pero tras separarme de la mesa, no pude entender o descifrar su expresión.

-Si... si no te agrada, puedo... puedo cambiarlo... yo... me dijiste que te trajera lo que a mí... a mí me gusta... entonces... no sé.-volví mi mirada al suele y me concentré en mis manos con las que estaba nerviosamente jugando.

-Me acabas de traer mi desayuno preferido-me aclaró, y al decir esto, mis ojos fueron guiados hasta los suyos, que me esperaban con una sonrisa-Tortitas con sirope de chocolate y té con leche.

Le dediqué una sonrisa sincera y me despedí con la mirada, mientras me giraba para encaminarme hacia el mostrador.

-¡Sky, espera!-me exclamó Calum y lo que me hizo parar en seco no fue su exclamación si no el hecho de que me había llamado Sky, ¿desde cuando se le pone mote a un extraño?

-Skylar para todos, Sky para familia y conocidos cercanos.-le aclaré mientras me giraba y ahí estaba él, en frente de mí con una expresión indescifrable.

-Ten-me dijo, ofreciéndome su móvil con una sonrisa de oreja a oreja-Para que anotes tu número, por favor.

Miré su Iphone 5 en color negro durante unos instantes y tras fijar mi mirada en sus ojos chocolate, cogí su móvil sin pensar y anoté mi número de móvil, sin tan si quiera preocuparme en cuáles serían las consecuencias.

¿Por qué?

Ni yo misma lo sabía.

Lost (Calum Hood)Où les histoires vivent. Découvrez maintenant