Capitulo 6

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Y aconteció que cuando Aragorn tenía cuarenta y nueve años de edad, retornó de los peligros en los oscuros confines de Mordor, donde ahora Sauron moraba otra vez consagrado al mal. Estaba muy fatigado y anhelaba volver a Rivendel y descansar algún tiempo antes de emprender nuevos viajes a los países lejanos; y en camino llegó a las fronteras de Lorien, y fue admitido por la Dama Galadriel en la tierra escondida.

El lo ignoraba, pero también Arwen Undómiel se encontraba allí, pasando otra vez una temporada con los parientes de su madre. Había cambiado muy poco, porque los años mortales no la habían tocado; pero tenía el semblante más grave, y rara vez se la oía reír. Pero Aragorn había alcanzado la plena madurez de cuerpo y de mente, y Galadriel le rogó que se despojara de las raídas ropas de caminante, y lo vistió de plata y de blanco, con un manto gris élfico, y una gema brillante en la frente. Entonces, superior a los hombres de todas las especies, parecía más semejante a un Señor de los Elfos de las Islas del Oeste. Y así fue como lo volvió a ver por primera vez Arwen después de la larga separación; y mientras avanzaba hacia ella bajo los árboles de Caras Galadon cargados de flores de oro, Arwen hizo su elección y su destino quedó sellado.

«Entonces, durante toda una estación, pasearon juntos por los claros de Lothlórien, hasta que llegó para él la hora de volver a partir. Y en la Noche de Pleno Verano, Aragorn hijo de Arathorn, y Arwen hija de Elrond fueron a la hermosa colina de Cerin Amroth, en el corazón del país, y caminaron descalzos sobre la hierba inmortal entre las elanor y las niphredil que florecían en torno. Y desde allí, desde lo alto de la colina miraron al este hacia la Sombra y al oeste hacia el Crepúsculo; y se juraron eterna fidelidad y fueron felices.

Y Arwen dijo: "Oscura es la Sombra y sin embargo mi corazón se regocija; porque tú, Estel, estarás entre los grandes cuyo valor habrá de destruirla".

Pero Aragorn respondió: "¡Ay!, no puedo preverlo, y cómo eso podría ocurrir es un misterio para mí. Pero con tu esperanza, esperaré. Y rechazo la Sombra para siempre. Pero tampoco, Dama, es para mí el Crepúsculo; porque soy mortal, y si tú, Estrella de la Tarde, te unes a mí, también tendrás que renunciar al Crepúsculo".

Y ella quedó entonces inmóvil y silenciosa como un árbol blanco, con la mirada perdida en el oeste, y dijo al fin: "A ti me uniré, Dúnedan y me alejaré del Crepúsculo. Aunque aquella es la tierra de mi gente y la morada secular de todos los de mi raza." Arwen amaba entrañablemente a su padre.

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