Capítulo 21: Nunca volveras a sentirte

457 22 3
                                    

Los meses pasaron poco a poco. Las carreras habían desaparecido sin dejar rastro atrás y en los periódicos nos los recordaban días tras días. No sabía nada de Avan ni del grupo, pero no me importaba. Mi nueva vida estaba empezando. Ya no utilizaba la moto para las carreras, pero si recordaba a Matt. Había ido unas tres o cuatro veces en estos meses a llevarle flores y a dejarle mi chaqueta con la que fue enterrado. Quería que la tuviese, yo, desde luego, ya me había encargado de comprarme otra. La antigua no me traería más que recuerdos malos que no desearía.

Yo también había cambiado, pero siempre había una cosa a la que regresaba. Noche tras noche, durante una semana, me paraba delante de su casa y observaba aquella ventana. Algunas veces la veía, y otras, cuando notaba que me veía, me escondía tras la esquina de la calle de enfrente. Mi corazón latía y me hacía recordar que los escombros de nuestro amor, aún seguían ardiendo. Noche tras noche me hacía recordarlo, hasta que no aguanté más.

Delante de su casa había una cabina de teléfono y, una noche lluviosa que recordaba a la de su muerte, me acerqué a la cabina que había delante de su casa y marqué su número. Necesitaba escuchar al menos su voz:

-¿Diga?- respondió la madre.

-¿Es...está Tori?- pregunté casi sin voz a causa del frío que empezaba a calar en mi cuerpo a por culpa del agua.

Esta no respondió, pero no me hizo falta que dijera nada. Lo que escuché me sirvió:

-Mamá, llegaremos hacia las doce, ¿ok?- la escuché decir cuando mi corazón dio un vuelco.

-Está bien, hija. Pasadlo bien- escuché mejor.

-Claro, adiós, mamá- fue Tori.

-Adiós, señora Vega- y la voz que más odié en la vida, Beck.

No escuché nada más cuando la señora Vega cortó. Mi corazón se rompió en aquel instante. Miré el teléfono y empecé a aporrearlo al más no poder contra la cabina mientras el llanto se apoderaba de mí. Se había dejado, lo había hecho.

Escuché en ese momento el ruido de un coche, salí corriendo a esconderme. Respiré, notaba como mi corazón latía aún, pero ya muerto; cuando vi el coche y como la única persona que había amado en mi vida, se iba con otro. Tori, sonriente, se escapaba en la noche con otra persona que no fuera yo. Me derrumbé.

Lo había elegido, pero de algo estoy segura. No podrá quererla como la quería yo, no podrá adorarla de ese modo, no sabrá advertir hasta el menor de sus dulces movimientos, de aquellos gestos imperceptibles de su cara. Es como si sólo a mí se me hubiera sido concedida la facultad de ver, de conocer el verdadero sabor de sus besos, el color real de sus ojos.

Nadie podrá ver nunca lo que yo he visto. Y él, menos que ninguno. Él, incapaz de amarle, incapaz de verle verdaderamente, de entenderla, de respetarla. Él no se divertirá con esos tiernos caprichos.

Aquello me dio el ultimátum.

TORI

-Hasta mañana- respondí cerrando la puerta tras de mi.

Había sido un día demasiado largo. Las clases habían terminado y, tras asistir al ponche de año nuevo que daba mi madre, mi cuerpo no daba para más. Mi cuerpo agradecía por fin la firmeza de una cama donde descansar. Me dolía todo, de arriba abajo y, como no tenía ganas de cambiarme, dormiría así. Asique cerré mis ojos... cuando algo me inquietó. Reconocería aquel ruido en cualquier lado. El ruido de aquel motor...

Mis piernas anduvieron por cuenta propia corriendo hacia la ventana. Casi me daba miedo mirar, pero aparté la cortina sin más y me asomé. No había nada, solo la luz de la farola iluminando el hueco donde hacía meses atrás, Jade hubiera estado esperándome con una sonrisa de oreja a oreja.

A 3 Metros Sobre El Cielo (TERMINADA)Where stories live. Discover now