XXXVII

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Me conecto los auriculares todo el viaje de regreso al pueblo sin ánimos de escuchar ni de hablar con nadie y ellos lo entienden.
Cuando llegamos a la cabaña Aira y Evan se ofrecen a ir a comprar el boleto para que pueda volver y yo se los agradezco, cuando vuelven me dicen que no sale sino hasta el otro día, por lo que decido que no hay razón para comportarme de esta forma si de todas formas no ha nada que pueda hacer. Decido aprovechar cada minuto que me quede con ellos aunque  esté triste y muy asustada por la salud de mi abuela.
Con el objetivo de despejarme un rato vamos al centro comercial todos juntos y aprovecho para revelar las fotografías que he sacado con la cámara.
Luego vamos a comer a Micheel's y hacemos una gran guerra de comida. En realidad, no sé cómo empieza y me niego a admitir que es mi culpa, es decir, Penny no tiene ningún derecho de mirar de más a mi novio, y el que mi mano derecha tirara el vaso de soda sobre su cabeza fue solo un impulso, que  ella me arrojara la ensalada y mis amigas me defendieran es otra cosa. Como tampoco es mi culpa que nos echen de Micheel's después de hacernos limpiar todo.
Cuando volvemos a casa son cerca de las tres de la tarde. Subo escaleras arriba a la habitación, y Benjamin sube detrás de mí. Me detengo frente al escritorio y saco el sobre con las fotos, luego me detengo y miro a mi alrededor.

—Voy a extrañar esta habitación.

—Siempre va a ser nuestra amor– dice mientras me abraza por la espalda– ¿éstas son las fotos?

—Sí, ¿quieres verlas?– le pregunto.

—Aja...mm, ¿te parece si las colgamos en la pared?

—Está bien pero voy a llevarme algunas conmigo.

Pegamos las fotos en la pared de la habitación mientras las vemos y nos reímos recordando algunos momentos. Cuando terminamos de pegarlas nos quedamos admirando las paredes ahora cubiertas de sonrisas. Decido que ya es hora de hacer las maletas. Mientras meto ropa a la maleta, Benjamin la quita y yo la vuelvo a meter.

—No te vayas–me pide.

—Tengo que irme

—No, no tienes ¿qué paso con lo que dijimos anoche? ¿qué paso con irnos juntos y empezar una vida en otro lado?

—Lo que pasó fue que mi abuela sufrió de un paro cardiaco y ahora está internada.

—Lo siento.

—No, no lo sientas, tú no tienes la culpale digo mientras envuelvo mis brazos a mi alrededor, de repente estoy malhumorada, la situación me abruma– de verdad quisiera hacerlo, irme contigo, pero es que no puedo.

—Lo sé.

—Tengo que volver con mamá, me necesita.

—Estará  todo bien.

—Eso espero...

Más tarde vamos a la estancia de Brayan y Miranda. Me despido de ellos, y luego me despido de Jo. Sé que debo haberlo dicho ya millones de veces pero voy a extrañar todo de este pueblo.
Cuando volvemos a la cabaña ya es de noche, mis amigos prepararon tacos de cena lo cual se los agradezco como cincuenta veces y después de comer salimos al jardín a jugar en la cama elástica.
Es la última noche y nos quedamos dormidos todos arriba de la cama elástica mirando las estrellas, recordando momentos, contando anécdotas y riéndonos como bobos de nuestros momentos más patéticos.

Narra Benjamin

—El autobús sale en media hora– grita Emma– ¡debo irme ya!

—Emma, tranquila, llegarás a tiempo– la tranquiliza Manuel mientras lleva sus maletas al auto.

—Vamos chicos– grito a los demás para que se apresuren.

 The Perfect Summer  Donde viven las historias. Descúbrelo ahora