Capítulo 1

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Nunca sabes de dónde vienen, ellos simplemente aparecen. Son como una plaga que no puedes exterminar con insecticidas, necesitas algo más potente, y lo único que puede servir es el armamento que ellos mismo han creado.

Tengo miedo y no me avergüenza decirlo, ya que no queda nadie a quien decírselo. Se lo han llevado todo, maldita sea, todo.

Se han llevado mi sentido común y han activado mis nervios indefinidamente. A veces he tenido deseos de infiltrarme en su base y tratar de volarlos a todos en pedazos, destruirlos, hacerles a ellos lo que han hecho con nosotros. Los pensamientos me atacan mientras duermo, busco comida o miro hacia el horizonte pensando en qué lugar puedo esconderme para pasar la noche. Llegan como una bala invisible atravesando mi cráneo e impactando en mi cerebro: "Ya estas cansada de esto. De la perdida, el miedo, del hambre y el cansancio. ¿Por qué no terminas con todo? Una bomba en su base y se acabó, le harás un enorme favor a la humanidad. ¿Por qué no lo intentas? Solo ve y hazlo, será sencillo, ¿no crees?"

Debo detenerme y combatir esos pensamientos: "No, no puedo hacerlo, la seguridad de sus bases debe ser inquebrantable, sus armas son poderosas y yo solo tengo un cuchillo, ¿qué puedo hacer con eso? ¿Pinchares un ojo para que, mientras ellos se tocan la herida, yo vaya y active una bomba que ni siquiera tengo y listo? me matarán antes de que toque el territorio que rodea su base más cercana"

Y es cierto, sus bases son simplemente impenetrables, eso si primero llegas a encontrar una de ellas. Se esconden en las montañas, en lugares tan recónditos que los radares no los encuentran. Una vez, cuando encontré un refugio antes de que lo volaran en pedazos, un ex soldado que había perdido las piernas en combate nos contó que sabías dónde estaba alguna de sus bases porque, aproximadamente diez metros antes, te encontrabas con una especie de pared invisible que tenía la carga suficiente para dejarte frito el brazo si lo tocabas, lo sabía porque uno de sus compañeros lo hizo, y no solo se le cocinó el brazo, sino que también le detuvo el corazón instantáneamente.

Nos contó que el gobierno de los Estados Unidos nos dio apoyo por un tiempo, a pesar de que ellos estaban tratando de evitar que los visitantes entraran a su país. Intentaron bombardear aquella base, aquello fue un terrible error, las bombas lanzadas desde los A-10 Thunderbolt no solo rebotaron ante la barrera como pelotas de goma, sino que estallaron lo suficientemente cerca de los aviones para hacer que la mayoría de estos explotaran, así fue como él perdió las piernas. Cayó desde unos 150 metros de altura aproximadamente. Una manta de árboles detuvo la mayor parte de la caída, pero no evitó que impactara de lleno en el suelo con ambas piernas y que se las hiciera añicos, dijo que aún no se explicaba cómo había sobrevivido, y nunca logró hacerlo. La última vez que lo vi fue después de que un localizador enviado por los "visitantes" encontrara el refugio y lo acribillara durante lo que calculo fueron diez minutos. Lo encontré tendido en el suelo con el pecho lleno de heridas.

Desearía haberlo encontrado antes, porque cuando lo hice la sangre subiéndole por la garganta no lo dejó hablar. Murió en mis brazos poco después de desistir en tratar de hablarme. Sobrevivimos tres personas, pero decidí continuar sola, no quería que, si uno de los localizadores me encontrara, alguien viera el deplorable estado en el que quedas después de que te llenaran el cuerpo de metralla.

Recordar me llena de motivos para desear no estar en el lugar en el cual me tocó habitar, me da más razones para intentar el plan descabellado de infiltrarme y hacerlos explotar. Pero también hace que baje la guardia, y cuando vuelvo en sí el localizador está en frente de mí. Una forma cilíndrica de color plateado de cual salen tres extremidades que hacen el papel de piernas y que pueden alcanzar velocidades increíbles en cuestión de minutos. Lo miro y él me mira a mí, no tiene ojos, pero sé que lo hace. La adrenalina estalla dentro de mi cerebro y se disipa hasta mis piernas dormidas por el desuso. Me levanto y corro, sabiendo que ha llegado la hora de mi fin.

1000 Días En El InfiernoWhere stories live. Discover now