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Para una chica que la he visto votar desde el inicio <3
Prólogo de "Dreams | Wigetta" publicado :D

Desde que estaba en ese reformatorio, lo único que hacían era llevarme hasta una habitación, empujarme dentro y dejarme ahí tirado.

Esa habitación era pequeña, había un silla en el centro y todos los muros estaban llenos de arcoíris; ahora entiendo porque la llaman así.

—Se puede sentar, Rubén —escuché una voz femenil, que me asustó desde atrás.

Me senté en esa única silla que había ahí, y con tranquilidad miré a la señora que me observaba con superioridad.

La mujer caminaba alrededor de la silla, sus tacos hacían ruido, su franja roja bien peinada se movía a cada paso —Somos muy estrictos aquí, ¿Sabe que no puede salir? Solo durante las pausas o con nuestro permiso —se paró delante de mí, puso sus manos en los apoyabrazos de la silla, por poco su frente no estaba apoyada a la mía.

Me quede callado, ella continuo —¿Y lo sabe que ahora tenemos que castigarla? 

Asentí, pero no tenía nada de medio. Que iba a hacer, ¿Hacerme casi llegar al orgasmo y después irse? Igualmente no lo iba a conseguir, no me interesan las mujeres.
Reí en su cara mientras continuaba a pensar lo que podía hacerme.

—Oh, Rubén —sonrió—No seré yo quien hará el trabajo sucio.

La puerta se abrió y entro un hombre, con tatuajes que cubrían cada centímetro de sus brazos.

—¡Suerte, Rubén! ¡Diviértete! —me saludó la mujer, levantando la mano y después salió de la habitación.

El hombre se quitó el cinturón, pasándolo una cuantas veces por sus manos.

Yo estaba todavía sentado y lo miraba, esta vez con miedo, mucho más miedo.

El pedazo de cuero me llego en la pierna, después en la espalda, y así sucesivamente.

Si pensé que lo que me había hecho Miguel hace unos minutos era lo peor, esto lo supera mil veces.

A parte de los puñetazos que me daba, me llegaron patadas en la barriga, haciéndome doblar del dolor que sentía.

Estaba en el suelo, intentando cubrirme por lo menos la cara, pero cada tentativo fue inútil: el hombre me quitaba las manos y me pegaba justo ahí.

Esquivé muchos golpes, pero así recibí más patadas en el estómago.

Digamos que, más me protegía, y más golpes me llegaban. Tenía que quedarme quieto, apático antes la situación, y sobre todo en silencio.

Prisoners | Rubelangel Where stories live. Discover now