Capítulo 18

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Llegaron al jardín de Perséfone. Nico pasó de largo, pero los otros tres observaron su decadente belleza, impresionados.

Hades tenía preparado un picnic. Una mantita a cuadros rojos y negros descansaba sobre  la oscura hierba, y Nico miró a su padre.

—¿En serio?

El Dios del inframundo frunció el ceño.

—Quiero ser simpático. Los picnics los hacen las personas simpáticas, ¿no es cierto? —preguntó, mirando a los otros tres. Estos asintieron, algo asustados. Hades sonrió con suficiencia, y Nico puso los ojos en blanco.

Todos se sentaron en la mantita, en una especie de corro.

Will no sabía qué pensar, y al darse cuenta de su cara de desconcierto, el dios lo miró.

—¿No te gustan los picnics, Solace?

Will dio un respingo, y Nico miró a su padre indignado.

—¡Papá!

Hades río, y se sirvió una tostada con mermelada. Pólux miró a Nico, pidiéndole explicaciones, y sonriendo divertido ante aquella situación.
Este lo asesino con la mirada.

—Tu padre es el dios del vino y sólo podía tomarse coca-colas. —con aquello, Pólux miró al suelo, avergonzado. Reyna y Will contuvieron una risilla, mientras Hades se acababa su tostada, despreocupado.

Nico quiso acabar con aquella humillación.

—Padre, ¿qué sabes de la misión?

Este lo miró algo molesto.

—Ni siquiera he acabado la tostada.

—¡PAPÁ!

—Está bien, está bien. Os contaré lo que sé, que no es mucho. Comenzar por buscar a Dioniso no me parece buena idea, muchachos. Ese hombre está feliz de haberse librado de tanto crío corriendo por el campamento, y creedme, no le apetece veros. Quizá tendríais alguna oportunidad, por el tema de que Pólux es su hijo, pero respecto al resto... en fin. 
Nunca me he llevado bien con ese tipo. El Dios de la fiesta... ¡Ya podía venir en algún momento aquí, pero dice que los gritos de los campos de castigo no le dan ganas de festejar!
¿Te lo puedes creer? — miró a Will furioso, en busca de respuesta.

—No puedo entenderlo, es realmente agradable. —respondió, incómodo.

Hades asintió, más calmado.

—Bueno, el caso es que no me tiene demasiado aprecio. Antes se llevaba bien con Apolo, ese maldito parlanchín, pero le recitó un haiku y... en fin. A Belona ni la conoce, aunque a mi siempre me ha caído bien. —le sonrió a Reyna, y está pareció más calmada. —No creo que ese Dios loco os preste ayuda. La necesitareis, pero esperad a que tenga ganas.

Nico parecía desesperado.

—¿Y qué hacemos?

—Encontrar a Cupido. —miró a su hijo con ternura, y este parecía desolado. —Hijo... — Nico negó con la cabeza.

—Bien. Tendremos que enfrentarnos a él.

Hades sonrió con aprobación.

—Eso es. Aún así... Cupido y Apolo tienen un gran enfrentamiento entre ellos. —miró a Will. — Deberías quedarte aquí mientras van a hablar con él, chico. —sonrió con malicia. Will no sabía qué decir, pero Nico lo saco sacó del aprieto.

—Eh... Pero necesitaremos un médico. Por si acaso, ya sabes.

—Ah, cierto.— Hades parecía desilusionado. —Bueno, podréis encontrar a Cupido en Florida. Ya veréis por qué. -—e acabó la tostada, y se levantó. Nadie había tocado el resto de la comida.

Will suspiró, aliviado.

—Bueno, tenéis un largo camino por delante, marchaos. Volveremos a vernos, Solace. —lo fulminó con la mirada, y el chico bajo la cabeza, asustado.

Hades río por lo bajo.

—Es muy divertido asustar a tu novio. — le susurró a Nico. Este lo miró furioso, pero no pudo evitar fijarse en lo mono que estaba Will asustado.

Nico cogió de la mano al chico y a Reyna, que a su vez cogió la de Pólux. Y viajaron en las sombras. Aparecieron donde estaban momentos antes.

—¡NICO! ¡Maldito seas, no debes usar ese poder!

- Yo hago lo que quiero.

—No haces lo que quieres. Yo soy en médico, así que haces lo que yo te digo.

—Cállate, Solace. Si te asusta hasta mi padre.

—Vete al infierno, Di Angelo.

Este sonrió.

—¿Quieres volver?

Shut Up, SolaceDonde viven las historias. Descúbrelo ahora