Lo que viene a continuación pueda que no sea el típico cliché, pero ¿Quién lo sabe?
Todo pasará como el destino lo quiera, al menos que el karma lo pague conmigo por mi borde actitud o mis sucios y viles trucos.
Yo Jaén, dejare tentar al destino...
Mi risa histérica provoca que todos en la mesa me miren asustados.
—Señorita ¿Quiere un vaso de agua? —un socio alza una copa mientras su mano tiembla con miedo.
— ¡Oh no, Esta vez sí que se pasaron con esta broma! —Ignoro el ofrecimiento del hombre—, ahora sí, pueden leer el verdadero testamento.
—Me temo que ese es el verdadero testamento —el abogado habla rejuntando papeles—, Antes de que cumpla los treinta usted tendrá que tener un heredero al igual que un marido; en todo lo que usted forma lo que se le pide, su tío estará a cargo de esta empresa por lo menos hasta que este casada.
— ¿Y si no llegará a tener hijos? —Donaban pregunta interesado.
—Su tío Arón tendrá la mitad de los bienes —deja de observar a Donaban para fijar su mirada en mí—, ¿Estas dispuesta a cumplir el testamento?
Todos en la sala me observan silenciosamente, mi tío sonríe de oreja a oreja como si esperará mi rendición y entonces eso me da valor.
—Claro que sí.
•••
Camino de un lado a otro mientras pienso en mi oficina sin importar que desgaste la tapa de mis tacones
Casarme... ¡ja, si claro!
Yo jamás pensé en el matrimonio, odiaba los niños e inclusive pensaba morir soltera.
No podía creer que mi abuelo pensara que necesito una figura masculina para llevar las riendas de este lugar, eso era machismo y del puro.
Algo en mi cabeza se ilumina y recuerdo las palabras de Donaban esta mañana.
—Susan, habla con el señor Donaban, lo necesitó en mi oficina ahora —digo por el intercomunicador.
Lo espero sentada en mi escritorio pacientemente hasta que escucho la puerta abrirse, él entra con su típico andar de egocéntria inflada.
Es ahí donde aprovecho para agarrar el florero de mi escritorio y tirarlo sobre él sin éxito.
— ¡Maldito! —grito en voz demasiado alta.
— ¡Estás loca! —Eleva su voz un grado más que la mía, para ese entonces ya he agarrado el cenicero de mi padre y aprovecho a tirarlo contra él, esta vez le apunto—. ¿Qué te sucede?
—Tú lo sabias todo, por eso esta mañana me dijiste que necesitaba un marido y también engañaste a papá de paso, él no sabía lo que decía esa dichosa carta.
—Es verdad que necesitas un marido por eso creo que es preferible que sea yo —el muy maldito ignora lo que digo, agarro un bolígrafo y se lo tiro pero no se inmuta—, relaja tus nervios y acepta mi propuesta.
— ¡Jamás!
—Tienes veinticinco años Jaén, éstas algo vieja, acepta.
—Perdona prepuberto, pero este asunto es cosa mía...
—Mejor me largo, por cierto hay una cena en tu casa esta tarde, me tome la libertad de contarle a tu padre, cariño.
Antes que de verdad lo matará, salió por la puerta demasiado rápido.
La tarde paso llena de llamados y pendientes, era la hora de marcharme por lo que deje todo en su lugar para salir de prisa como un empleado desesperado.
—Hasta mañana Susan —Me despido sin esperar una contestación.
El elevador bajo y todos se despedían de mí, en el estacionamiento sobre mi auto se encontraba una rosa junto a una carta, rápidamente la doble y la metí en mi bolso como basura.
—Ya era hora que llegaras —papá estaba sentado en el sofá junto a Donaban y mi hermana de lado—, ya me pusieron al tanto de todo, aceptó que se case contigo.
—No —digo firmemente, el viaje en carro de camino a casa me había hecho reflexionar y pensar muy bien las cosas—; Yo no me casare con él.
—No seas egoísta... —Mi hermana iba a empezar hablar pero mi padre la cayo.
—Tienes que casarte, la empresa no puede quedar en manos de Arón.
—Lo sé, me casaré pero no con él.
— ¿Entonces con quién? —preguntan los tres en coro.
—Con Ryan.
— ¿Ryan Thomas, el fotógrafo? —pregunta afligido mi padre.
—No, Ryan James, mi novio —digo para que sea más creíble.
