Capítulo 7

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—¿Te gusta? —preguntó Taehyung viendo la sonrisa de su amiga.

—Si, está muy bonito —respondió feliz.

—Te ayudo a ponértelo —tomó el brazalete que le había comprado el día anterior y lo colocó con delicadeza en su muñeca, cerrando el broche.

—¿A qué se debe? —preguntó Krista. No se creía que de la nada le hubiera regalado algo. Tenía que haber una razón. Los dos se querían, sí, pero Taehyung no solía comprarle cosas a menudo.

—Te lo dije, pasé por ahí y lo ví, entonces lo compré pensando en que te podría gustar —se encogió de hombros.

—Gracias, no tenías qué hacerlo —lo abrazó.

—Descuida —sonrió correspondiéndole.

La verdad era que sí había una razón. Taehyung pensó que si se ganaba más a su amiga podría convencerla de dejar la loca idea que ella tenía al querer conquistar a ese mesero, repartidor de pizzas. Estaba siendo egoísta, pero sólo quería lo mejor para ella, cosa que no pensaba que sería al lado de ese tipo.

Se pusieron a ver películas, era fin de semana y ambos habían terminado sus deberes. Cuando la película terminó, él pensó que era el mejor momento para tocar el tema por el que había venido.

—¿Has visto a el tal Daseok? —preguntó casual.

—Hoseok —corrigió la castaña.

—Eso —Taehyung hizo un gesto con su mano restándole importancia. Sabía perfectamente el nombre del chico.

—No —ella bajó la cabeza y Taehyung sintió una punzada en el pecho—. pero espero hacerlo pronto —volvió a sonreír.

—Claro —asintió pensativo—. ¿has pensado en pedirle una cita?

—No, tal vez él no quiera, sólo hemos cruzado unas palabras.

—Si, mejor espera que él lo haga.

Cuando dieron las ocho, Taehyung llamó servicio a domicilio ya que Krista se negaba a cocinar. Pero la verdad era que él tenía un plan perfecto si es que Hoseok llegaba con el pedido. Por lo que cuando el timbre sonó Taehyung corrió al baño.

—¡Kris abre tú! Necesito mear —gritó desde adentro.

—No quería saber eso —respondió ella mientras se dirigía a la puerta esperanzada porque Hoseok se encontrara detrás de ella—. y por el amor de Dios, ¡cierra esa puerta! —se quejó al ver que su amigo se desabrochaba el cinturón y comenzaba a bajar la bragueta.

El chico rió e hizo caso a su amiga, no sin antes decir:

—Las chicas se mueren por ver a mi amigo y tú estás ahí quejándote.

Krista rodó los ojos. Al abrir la puerta agradeció que llevara ropa apropiada y estuviera bien peinada. Sin poder evitarlo, sonrió y el brillo en sus ojos no tardó en aparecer.

—Hey hola —saludó.

—Hola —el chico la miró con su hermosa sonrisa. Sabía bien cual era esa dirección cuando lo mandaron a hacer la entrega, por lo que se quitó esa gorra y peinó un poco su cabello—. He traído tus pizzas —se las ofreció y ella las tomó.

—Gracias, ¿Cuánto es? —preguntó.

—20 dólares —contestó con una sonrisa.

—Claro, traeré mi...

—No te preocupes por eso bebé, yo lo pagaré —la interrumpió el pelirrojo apareciendo a su lado. La chica se descolocó por la extraña actitud de su amigo, y antes de que pudiera decir nada, él la tomó de la cintura y a continuación hizo algo que Krista no se hubiera imaginado.

La estaba besando con pasión.

El Chico De La Pizza → HoseokDonde viven las historias. Descúbrelo ahora