Lo que nadie ve

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Para Hanzel Mellark, de el evento SlashDrabbles!  

Gozalo~

°°°

1

John tecleó la última palabra con dedos ligeros, bastante satisfecho de sí mismo mientras cerraba la laptop. A su lado, sentado en una silla, Sherlock no paraba de mover su pie en actitud impaciente, revisando en su móvil lo que John acababa de subir al blog. Le vio hacer una mueca, como siempre que leía su "romanticismo insípido", no ocultando que le molestaba que eso fuese más popular que su propio blog.

Como siempre, la ausencia de modestia resaltaba. John suspiró, recargándose en las almohadas, reacomodando las sábanas que lo cubrían parcialmente.

Se le quedó mirando a Sherlock, esperando. El detective era todo un rey del drama, y seguramente una parte de él moría por soltar alguna queja lo suficientemente mordaz para salir de ahí. Lo cierto era que John aún se preguntaba porque no se había ido. La puerta se abrió silenciosamente, y una sonriente enfermera entró. Era una mujer joven, ni guapa ni fea. Rodeó la cama, y se puso a revisar el suero que estaba al lado de John.

–¿Cómo sigue, doctor Watson? —preguntó mientras controlaba el flujo del líquido.

—Mucho mejor —dijo John, carraspeando un poco— con un poco de molestia en la garganta.

–Por la sonda, es natural.

Sherlock ni se molestó en levantar la vista. John casi podía jurar que en realidad no estaba registrando absolutamente nada de la pantalla. La enfermera que quedó de pie un segundo, mirando al detective, luego volteo hacia John.

—Si necesita algo, no dude en llamarme —dijo, a lo que el detective soltó una risa despectiva. La enfermera se sonrojó, y acto seguido, se retiró del lugar.

–¿Qué fue eso?

–Si, eso... —comentó Sherlock distraídamente, antes de alzar el rostro con algo de desconcierto—. Disculpa, ¿Qué?

–Eso, con la enfermera —continuó John con molestia. Era evidente que Sherlock no había prestado atención—. Porque siempre tienes que actuar así.

–Por favor —replicó, rodando los ojos— Supongo que recordó nuestra pequeña plática ahí afuera, en la que aclaré mi falta de interés por el ahorcamiento auto erótico.

–¿Qué? –John puso cara de incredulidad.

–Es más que evidente por la forma en que usa...

–No me digas, no quiero saber —le interrumpió John. Suspiro, pasándose la mano por la frente, apretándose un momento el puente de la nariz. Nunca reflejaba esa parte de Sherlock en sus escritos, y a veces casi deseaba que el detective fuera como en ellos, más heroico y menos... Sherlock. Rió para sus adentros. Holmes una vez le había dicho que no era un héroe, sin embargo, casi había actuado como uno ese día.

–Por cierto, gracias por lo de hoy.

–¿Qué cosa?

–Por lo del paquete —contestó John, pacientemente— Si no te hubieses dado cuenta que era veneno...

–Fue prácticamente un juego de niños.

–Es decir, llamaste a la ambulancia antes de que presentara síntomas... y que yo me enterara que era arsénico.

–Debo decir que me sorprendió un poco. Supuse que debería ser obvio para cualquiera que no hay que comer nada que llegue por correspondencia a un hombre que recibe tantas amenazas por correo como...

–Carajo Sherlock, quiero darte las gracias.

Sherlock parpadeó, entrecerrando los ojos un instante. Parecía seriamente contrariado—. Bien..., aunque no hace falta.

John alzó las manos, en gesto de rendición mientras negaba. Se enderezó, separándose de las almohadas para sentarse—. Sí, hace falta. Podrás decir lo que quieras, pero al menos, esta vez, cállate y acepta mi gratitud —Replicó, negándose a dejarlo así. No esta vez— Sherlock, es enserio, si las personas te vieran como yo te veo...

–En ese caso, recibiría muchos más chocolates sin veneno —dijo con una risa mal disimulada. John no pudo contenerse, y soltó a reír a su vez. Las carcajadas amainaron, mientras los dedos de ambos se encontraban al borde de la cama, deslizándose suavemente en una caricia fugaz, casi casual. Se miraron en silencio, y el detective entreabrió los labios, buscando las palabras exactas...

El pitido de un celular resonó en la estancia, con un extraño eco. Sherlock saco rápidamente su móvil, revisándolo y retirando la mano. Carraspeo un momento, haciendo una mueca.

–Es Lestrade, arrestaron al... Tú sabes, debo de...

–Ve, no me voy a mover de aquí pronto.

Sherlock asintió, sin agregar más. Se levantó y salió de la estancia, murmurando en lo que a John le pareció algún tipo de francés muy veloz mientras tecleaba furiosamente. John suspiró, volviendo a acomodarse entre las almohadas. Sonrió para sus adentros. En verdad había cosas que omitía en su blog, después de todo, solo les concernían a ellos dos.


Lo que nadie veWhere stories live. Discover now