Ella no es mi novia.

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Siempre pasaba lo mismo. 

Me había quedado embobado otra vez ante su presencia, y es que su hermosura tan única podía distraer a cualquiera, y sólo por el hecho de que ella estuviera ahí.

Sus bellos ojos azul celeste miraban el blanco donde su flecha había dado. El viento mecía su increíble e indomable cabellera roja. Tan indomable como ella, con su sonrisa orgullosa ante su éxito y mi asombro.

Suspiré como idiota enamorado. ¿Y qué si lo estaba?

Mérida era única, era auténtica, y a su manera, ella era preciosa. Era sincera y era intensa, valiente e incluso sarcástica, pero a la vez guardaba emociones puras como la lealtad y el cariño, lo veía cuando de su familia o de su mejor amiga se trataba.

—Deja de ver a tu novia —el tono burlón de Jack nos hizo voltear a ambos.

Noté como Mérida fruncía el ceño ante la declaración.

Yo mientras tanto sentía mi cara arder y vi a mi albino amigo con molestia. A cualquiera le enfadaría que su mejor amigo hiciera notar la obviedad de los sentimientos. Y más si lo hacía con naturalidad, gritando a los cuatro vientos.

— ¡Ella no es mi novia! —hablé en voz alta.

Mérida me vio con los ojos muy abiertos, con la sorpresa marcada en su rostro. Luego volvió a fruncir el ceño y apretó su arco con fuerza. No supe si el brillo en sus ojos era de decepción o de molestia.

—Exacto, Frost. Deja tus estúpidas bromas para otro momento...—mi amor secreto pasó empujándome con furia—. No somos nada.

Vi como empujaba a Jack de igual manera y algo desanimado la miré alejarse. La idea de pasar la tarde con la bella princesa de DunBroch se había ido al traste.

—Uy... Creo que alguien está triste —comentó mi amigo mirándome con ¿compasión?

¿Y cómo no estar triste? Es obvio que una princesa como ella no se fijaría en un pescado parlanchín como lo era yo.

Pude ver como mi hermosa princesa subía con dignidad a su caballo. Y también noté un leve rubor en sus mejillas mientras me miraba a lo lejos.

Esa chica me volvía loco completamente.

Y no era momento para desanimarme por completo aún. Le sonreí con sinceridad y la despedí con la mano mientras comenzaba a cabalgar. Mérida me devolvió el gesto levemente, pero sin ninguna muestra de rencor. 

Y entonces creí que aún tenía oportunidad.

Fuego Mágico [Mericcup Week]Where stories live. Discover now