XVII. El cielo y el infierno.

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Capítulo dedicado a Tathyy que tengas un hermoso y muy feliz cumpleaños... Por esas amistades que surgen de la nada, y se mantienen a pesar de las distancias...

AQUI ESTOY YO ― LUIS FONSI Ft. ALEKS SYNTEK, NOEL SCHAJRIS Y DAVID BISBAL.

Antonella, tras cerrar la puerta, esperó el grito de reclamo de su amiga ―cosa que no sucedió―

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Antonella, tras cerrar la puerta, esperó el grito de reclamo de su amiga ―cosa que no sucedió―.  No escuchaba nada, en lo absoluto.  Por más que pegó la oreja a la madera, el silencio era el único acompañante de esa otra estancia que a ambos los separaba. 

Ladeó la cabeza dubitativa, se retiró con lentitud del lugar y tras dar pasos cortos en retroceso, giró y cogió rumbo a la cocina.  ¿Qué estaría ocurriendo allí? ¿Será que fue un error el haberla encerrado? ¿Y si él no es lo que ella pensaba? Se preguntó.

Un inmenso sentimiento de culpa, entremezclado con miedo, la invadió por leves segundos frenando su andar.  Miró de nuevo la puerta y comenzó a negar; él es diferente, es lo que necesita, Ari, es su oportunidad de seguir, dijo en voz baja para convencerse de sus acciones...

Antonella recibió una llamada de Juan Ignacio, hacía muchas horas atrás, en la que expresaba su preocupación y desconcierto por la forma como Arantxa había abandonado la habitación y el hotel.  Ella estuvo súper extrañada al ver el número, ni siquiera recordaba de quién era, y mucho menos cómo consiguió el suyo.  Todo eso quedó en el olvido cuando le comentó lo ocurrido la noche anterior, cuando escuchó como le relató la aparición súbita de Emiliano.  No podía creer que nada de eso estuviese sucediendo de nuevo, así que lo calmó un tanto, tras decirle que tenía una leve sospecha, en relación al paradero de Ari.

Como logró conseguirla, ya que su instinto no le falló, le devolvió la llamada.  Pero, sin dejarlo hablar mucho, ya que lo interrumpía a cada rato, le explicó esa locura que vino a su mente.  Le contó, en forma resumida, cómo era la vida de su amiga.  Una vida donde el trabajo y las responsabilidades la absorbieron a corta edad, donde el amor le jugó una mala pasada y esa reticencia a sentirlo de nuevo.  Le agradó como la escuchó sin interrumpirla en lo más mínimo. 

Era un hombre atento y caballero, paciente y cortés.  Alguien, que quizá por respeto, o tal vez secreto de socios, ni siquiera hizo mención al acuerdo al que llegaron, solo se limitó a escuchar.  Para ella fue un signo de madurez y comprensión absoluta, su experiencia le decía que los hombres no eran muy afectos a escuchar algo si de verdad no había un interés supremo en ello.

Si bien era cierto,  ―desde su perspectiva― que el mundo de ambos no era de lo más similar, también era cierto, que su amiga mostraba un semblante más tranquilo, estaba serena y, podría jurar que hasta despreocupada, cosa que no había observado estos últimos cinco años.  Y aparte de Juan Ignacio, nada diferente había ocurrido, pensó.  Por eso solo le pidió que viniera a su casa, que hablara con ella y la escuchara, que por alguna extraña causa, ambas confiaban en él.  Todo lo que anhelaba hacer era por ella, por verla tranquila y medianamente feliz, por sacarla de una vez y para siempre de ese pasado tortuoso.  No tenía la certeza plena que todo ello surtiera un efecto fructífero, sin embargo, tenía que intentarlo, no iba a dejar pasar la oportunidad de hacerlo.  Arantxa era una mujer demasiado terca y cerrada, donde debías demostrarle con pelos y señales que los supuestos podían convertirse en satisfactorias realidades, donde la suspicacia y la desconfianza albergaba su día a día. 

Peligrosa Seducción © Where stories live. Discover now