0.2 二つ

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Tyler se encontraba incado frente al gran retrete del baño de chicos. Sus manos se colocaban en la pared de este, no tenía ganas de vomitar, pero tenía que hacerlo, era una regla básica según el contenido de algún blog que había leído en internet. Bajó una de sus manos, y la colocó frente a su boca, metiendo el primer dedo, lo impulsó lentamente al final de su lengua, sintiendo su campanilla y después introducirlo cada vez más.

El castaño sacó su dedo rápidamente antes de ensuciarlo, arqueo levemente, pero no devolvió nada, tan solo escupió un poco de saliva con mucosidad. Trago un poco de saliva y ahora intentó con dos dedos, repitiendo el procedimiento, hasta que por fin, sintió la comida subir por su esófago, quemándolo al contacto. Sacó sus dedos y devolvió cada cosa que había ingerido; dulces, hamburguesas, hot dogs, caramelos, chocolates, jugos, sodas y otra cantidad infinita de alimentos y bebidas que su estómago pudo aguantar.

Las manos de Tyler se posicionaron en su abdomen, dando fuertes apretones para seguir regurgitando cada cosa, pensaba que si lo apretaba, la comida seguiría saliendo, pero no fue así, ya había expulsado todo, sin embargo él no lo sintió de ese modo, intentando con tres dedos y con apretones aún más fuertes. Pero, no salía nada, ya había acabado.

-¡Vamos, maldita sea! -dijo impulsando sus deseos por seguir vomitando-. Tú puedes, Tyler, piensa en aquellas modelos con cuerpos esculturales, con esas clavículas marcadas y con ese espacio de entre sus muslos, tú puedes, maldición -murmuró y cerró sus ojos, aparentando estos.

Abrió su boca, y metió sus cuatro y dedos de golpe, llegando más allá de lo que podía, provocando una gran sensación de asco, su boca se le hizo agua, arqueo con fuerza, haciendo un sonido desgarrador, pero eso ya no servía, se estaba dañando la garganta y el estómago. Un hilo de sangre cayó al agua, y en ese momento, Tyler paró de obligarse a continuar. Su garganta estaba realmente lastimada.

-¡Maldición! -soltó y limpió su boca con su mano-, debo limpiar esto, antes de que se den cuenta -relamió sus labios, tomando una servilleta de papel y limpiar el borde del baño. Después bajó la palanca y dejó ir toda la comida devuelta.

Soltó un respiro de tranquilidad, y salió del baño, limpiando sus manos y su chaqueta negra, la cual estaba un poco manchada. Tomó de su bolsillo, su pasta de tubo pequeño, la abrió y colocó un poco en su dedo, pasando este por toda su boca, escupió la pasta y después prosiguió a enjuagar su boca, con un poco del agua del grifo.

Subió su mirada al espejo, observando a un Tyler con grandes mejillas, una barriga crecida, gran papada, brazos flácidos y ropa realmente ajustada. Las ganas de llorar lo invadieron, al grado de azotar sus puños directamente al espejo.

-¡Soy una basura! -gritó y golpeó su cara-, soy un asco, soy un asco -siguió repitiendo-. Jamás lograré bajar, soy una ballena.

Tyler estaba equivocado. Lo que sus ojos observaban eran una completa locura, porque en realidad, sus ojos tenían grandes ojeras, sus labios estaban secos, su piel había pedido su brillo natural, estaba pálido, quizá transparente. Sus pantalones caían cada cinco minutos, sus playeras le quedaban increíblemente largas y grandes, había tenido que cambiar el numero de calzado, sus pies estaban cada vez más delgados, sus costillas se veían, sus clavículas, su columna. Tyler se estaba volviendo un esqueleto, y su mente, distorsionaba la verdad.

La puerta del baño se abrió, dejando ver a un chico de cabello teñido. Era estatura promedio, lindos ojos rasgados, dos expansiones en sus orejas, una en cada una. Un gran tatuaje que abarcaba un brazo completo, ropa ajustada, un calzado bastante atractivo, como todo él. Tyler sintió envidia, pero a la vez, se sintió atraído por aquel teñido de buen ver. Lo único que quizá no lucia bien, era su peso, parecía que tenía unos kilos demás, y era verdad. En realidad, estaba en su peso justo, a él le gustaba comer, y no despreciaba la oportunidad de hacerlo.

El teñido se colocó frente a los lava manos, observando la escena, Tyler con los nudillos de ambas manos sangrando, el espejo roto, su apariencia desgastada. Todo encajaba tan bien, que el tintado decidió preguntar.

-Oye, ¿te encuentras bien? -el teñido preguntó mientras tocaba los nudillos de Tyler, con las yemas de sus dedos. Tyler, tan solo soltó un gruñido.

-No me toques -quitó su mano-, y no te importa -bufo y salió del lugar, casi corriendo, huyendo de aquel chico "perfecto"-. No es momento para fijarse en alguien, Tyler. Lo único en lo que debes enfocarte, es en conseguir esa talla que tanto anhelamos -dijo en voz baja, esbozando una sonrisa ladina.

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