Final

5.9K 590 118
                                    

Nada más entrar al gimnasio, pude oír los gritos de las chicas.

-Ya estás aquí, Oikawa-saludó el entrenador cuando me situé enfrente suyo-, ¿Cómo está tu pierna?

-Está perfectamente-me giré a mirarlo y le sonreí mientras hacía un Ok con los dedos-, ya puedo hacer un entrenamiento normal. Solo fue un leve esguince.

-Cielo santo, deberías tener cuidado-bajé la mano lentamente y borré la sonrisa de mi cara- fuiste tú quien pidió que Kageyama jugara, ¿Qué podemos hacer sin el armador oficial? Es algo vergonzoso.

Me llevé una mano a la nuca y sonreí timidamente.

-Lo siento mucho-susurré lo suficientemente alto para que lo oyera.

-Oikawa-san ten mucho cuidado-escuché exclamar y me giré a mirar.

Allí estaban Miyu, Jin y Emiko. Les saludé con una sonrisa y ellas se pusieron a gritar.

Quizá realmente siempre hubo personas brindándome su amor y no lo pude ver y puede que ella tampoco.

-Me he dado cuenta que no podemos seguir juntos-me dijo Emiko-senpai nada más verme-. Realmente es ridículo pensar que alguien puede amarte, ya que tu no puedes hacerlo, no digo que no puedes amarte, lo haces tanto que debería ser ilegal, pero no puedes amar a otro ser humano. Es... Asqueroso, que tu corazón pertenezca a Iwaizumi, pero te deseo toda la suerte del mundo.

>>Si me hubiera dado cuenta un poco antes...-movió la cucharilla del café ensimismada, y una solitaria lágrima le resbaló por la cara, quedando tendida en la punta de la nariz, se la quitó rápidamente y me dio una sonrisa socarrona-, no sé como no pude darme cuenta. Sobre lo único que hablabas era de Iwa-chan, se te notaba lo admirabas, incluso-desvió la mirada- que lo amabas. Estuve demasiado ciega y te arrastré conmigo.

Yo la seguía contemplando, desde que habíamos llegado no había encontrado palabras para hablar.

-Y no sé porque no te puedo odiar-y fue ahí cuando las lágrimas empezaron a surcar su rostro, dejando manchas tras ellas, ella seguía con esa sonrisa y con la mirada perdida en cualquier parte que no fuera yo. Se las limpiaba seguidamente, mientras aspiraba con dificultad-. He debido parecer muy tonta, pensando que te tenía conmigo cuando tu corazón pertenecía ya a otra persona-la voz no le tembló en ningún momento-, pero realmente te quería y te sigo queriendo. Tengo amor suficiente para que la relación siga, pero no te puedo retener. Al menos, si no puedo ser tu pareja, me gustaría ser tu amiga-volvió a sorber y se rascó la punta de la nariz, mientras se sonrojaba- pero supongo que no puedo. Espero que hablar tanto de Iwa-chan, se convierta en hablar tanto con Iwa-chan-me miró, me sonrió y se sorbió la nariz-. Me ha alegrado poder compartir este año contigo, Oikawa Tōru, espero que no haya sido tan malo como aparenta.

Se levantó sin hacer el mínimo ruido, se acercó para darme un beso en la mejilla.

-Realmente me das asco, Oikawa Tōru y cuando te des cuenta que lo de Iwaizumi es un capricho, te acordarás de mí. Estás solo Oikawa-kun, nadie te quiere-me susurró, rozó los labios con mi mejilla y se fue de aquella cafetería a la que nunca regresaríamos.

Supongo que todo el mundo, idealiza su ruptura, no solo para no recordar el dolor de esta, si no para que la gente no te vea con pena y lástima.

Nada más salir de la cafetería, cogí el móvil y marqué el número de Iwaizumi a sabiendas de que estaba ocupado con el viaje de sus padres y esta vez, no me lo cogería.

Le conté todo lo sucedido al buzón de voz y cuando terminé, sin saber por qué, me puse a llorar.

-Iwa-chan, perdóname. Te amo-sollocé y no sé cuantas veces se lo repetí. Debería parecer patético.

No me di cuenta del coche que venía a toda velocidad, cuando me dispuse a cruzar la calle. Quizá fuera mi ángel de la suerte, dándome un pequeño aviso de que aún no estaba solo, no del todo.

(...)

-¡Eres un idiota!-gritó Iwaizumi, nada más entrar a la habitación del hospital-¡¿Por qué mierda no me contestas el teléfono?! ¿Te crees que soy adivino o algo?

Me puse un brazo por encima de los ojos y le sonreí.

-Oi, Iwa-chan, ¿Estabas preocupado por mí?-pregunté con sorna, en verdad me encantaba molestarlo.

-¡Pues claro que no, idiota!-me dio un golpe en las costillas e hice una mueca- el equipo estaba muy preocupado y ayer no pudimos entrenar, me ofrecí a venir a verte.

-Ah-dije desanimado, quizá si tuviera razón y solo hubiera sido un capricho.

-¿Qué estás pensando ya?-me cogió el brazo y lo quitó- mírame-obedecí y me sorprendí al ver sus ojos inyectados en sangre-. Cuando escuché el mensaje rápidamente llamé a tu madre y ella me dijo que no me preocupara, que estabas fuera de peligro.

Lo miré fijamente y sonreí, mientras lo atraía hacia mi para abrazarle.

-Te amo, Iwa-chan-susurré en su oido, empezando a llorar.

-Yo también, Tooru.

El balón que impactó en mi cara, me sacó de mis pensamientos, bajé la mano y me giré a ver a Iwa-chan.

-Oi, Iwa-chan, ¿Por qué eres tan cruel?-me quejé, haciendo un puchero.

Iwaizumi me ignoró y botó la pelota. No sé como siempre esa maldita volvía a él.

-Prepárate, el tercer set ya va a comenzar-dijo secamente y se fue.

-Iwa-chan, no seas así-me volví a quejar y empecé a seguirlo-. Seguro me has echado de menos.

-Cállate, imbécil-bufó, con un leve sonrojo.

Me giré a ver a los del Karasuno y sonreí. Que alegría volver a verte, Tobio-chan.

Lo que la verdad esconde (IwaOi)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora