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Capítulo 1

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Nueva Orleans/ 2014

Aida echo una vez más una leída a los documentos que portaba en sus manos, todo era confuso hasta cierto punto y cada día se sentía más encerrada en aquellos casos, los cuales parecían no tener fin.

Cada día era uno nuevo y del mismo grado.

¿Un atentado terrorista? ¿Un asesino serial? ¿Banda de delincuentes?

Su equipo no encontraba nunca las pistas necesarias para encontrar a un posible sospechoso o sospechosos. Era casi un crimen perfecto. Pero tenía la certeza de que algo se escapaba de sus manos, podía sentirlo con cada fibra de su cuerpo.

Pero aún no sabía que era.

Nuevamente pasó sus ojos por cada expediente, cada oración y letra, memorizando cada situación o patrón que pudiera haber.

Había un patrón en específico, las víctimas tenían casi siempre las mismas características. Personas jóvenes, en su mayoría estudiantes rondando en la edad de 18 a 20 años. Todos asesinados y lanzados a un callejón de Nueva Orleans. Siendo ubicados generalmente en zonas menos concurridas.

Sus cuerpos siempre tenían golpes y marcas de estrangulación, y lo que le daba un sentido escalofriante a la situación era que cada víctima aparecía totalmente drenada de sangre.

Sabía que la ciudad de Nueva Orleans era una fiesta continua las veinticuatro horas, inclusive tenía conocimiento sobre las fiestas en los pantanos de diversas fraternidades. Sin lugar a duda algo extraño, pero meses atrás comenzaron a aparecer estos peculiares homicidios y ellos se dieron a la tarea de dar advertencias sobre la situación.

No podía relajarse ni un minuto, sabía que había algo oscuro y siniestro allá afuera, y necesitaba saber lo que era sin importar los riesgos.

Tenía muchísimo tiempo trabajando en el departamento policial de investigación de homicidios, pero esta vez se encontraba frente a uno de los casos más complicados de toda su carrera.

Dejo escapar un suspiro de frustración mientras dejaba los papeles sobre el escritorio, si seguía leyendo le explotaría la cabeza y lo menos que necesitaba era enfermarse. Necesitaba estar siempre al pendiente de cada situación.

Unos pasos pausados y constantes le hicieron saber que Luke, su compañero desde que ingresaron juntos a trabajar ahí, se acercaba a su oficina. La manija de la puerta giro y la puerta cedió, la cabeza de Luke se asomó.

Luke era muy apuesto, con una mandíbula cuadrada, cuerpo fielmente ejercitado, cabello negro y unos intensos ojos achocolatados que hacían contraste con su piel bronceada. Sin embargo no era su tipo.

-Aida ¿Sigues aquí?- a pesar de su pregunta no se hallaba sorprendido. Era algo común en ella quedarse hasta tarde revisando expedientes.

-Sí, creo que ya viviré aquí de una vez.- musito con sorna.

-No...No...No- Luke empujó la puerta mientras ingresaba en el lugar a grandes zancadas.- Usted señorita se ira a su casa para bañarse y dormir.

-¿Desde cuando eres mi jefe?- inquirió Aida con una sonrisa mientras se ponía de pie y lo seguía por los pasillos del lugar.

-Desde que estábamos en la universidad, ahora mueve ese trasero hacia la salida.- contesto con naturalidad.

-Realmente me compadezco de quien sea tu pareja.- rodo los ojos, encontrándose divertida con la situación.

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