Una estridente nueva experiencia;

435 31 4
                                    

La segadora y brillante luz del sol hizo que colocara como visera una mano para poder cubrir sus ojos y ver mejor. Bajando el último escalón de las pequeñas escaleras con la que consta la avioneta en la que acababa de llegar, dio un suspiro con resignación preguntándose cómo es que termino en un lugar como ese.

Observó por un momento alrededor, viendo a dos siluetas en la distancia que se aproximaban a él por media pista y supuso que eran las personas que irían a su encuentro.

—Usted es el señor Kim, ¿correcto?, — el hombre más joven preguntó mientras el de más edad lo saludaba extendiéndole la mano.

Joonmyeon asintió antes de estrechar la mano de la persona mayor que le había ofrecido al cerciorarse de que él era a quien esperaban.

—Soy el alcalde del pueblo, Zhang Quiao Cheng y él es mi asistente Hwang Minyuk, nosotros estaremos a su disposición en todo lo que necesite para la realización del proyecto. — Informaba el hombre mayor y Joonmyeon volvió a asentir quitándose por respeto sus lentes oscuros, acostumbrándose lentamente a todo alrededor.

—Kim Joonmyeon. Arquitecto de Grupo Kim, soy el encargado del proyecto. — Se presentó sin mucho entusiasmo después de unos abrumadores segundos mirando toda la desierta pista, —al parecer hace demasiada calor, — termino comentando por la temperatura térmica que se notaba en el aire, desconsolándolo más porque no estaba acostumbrado a ese tipo de calor.

Los dos hombres se miraron entre si sonriendo en un chiste mudo, Joonmyeon quiso fruncir sus cejas en desacuerdo de sus actitudes pero no lo hizo, solo paso a ignorar los gestos.

—Creo que tendrá que acostumbrarse señor, en este lugar todo el tiempo hace calor y, como estamos en verano, es más intenso. — El asistente del alcalde Zhang dijo haciéndole un ademan de que empezaran a caminar en dirección a la movilidad blanca que estaba estacionada a unos metros.

El calor de pasado el mediodía era sofocante, el aire acondicionado dentro de la camioneta en la que iba recompensaba un poco el sufrimiento del viaje en la miniatura de avioneta que lo mandó su amigo. Jurando a si mismo que se la pagaría un día por haberle hecho pasar ese mal rato sabiendo que la empresa constaba con todo para que sus empleados más destacados volaran cómodamente a cualquier lugar que los enviaran.

La tierra, la humedad, los insectos, el calor, el extraño olor con el que contaba el ambiente, era todo lo que le disgustaba, sin embargo había caído en un pequeño lugar que tenía como características lo que no le agradaba cuando menos lo imagino y maldijo a Jongin por haberle obligado a cumplir aquel favor de tomar por primera y última vez un proyecto que supone debía ejecutarlo personalmente, no él. Su amigo sabía muy bien que no le gustaban los lugares pequeños, rodeado de tierra, polvo, demasiado sol radiante, verde, verde y, más verde o más verde.

Solo que, contra las maneras de convencimiento de Jongin nadie podía y él no era la excepción, su amigo tenía un peculiar método de convencimiento que recordarlo le ponía los vellos de punta. Kim Jongin era el final de la cola de satanás.

El viaje había sido un poco más largo de lo que imagino. Dejó soltar un aire de frustración al bajar de la 4runner y quedo de frente a una casa de dos plantas, La casa tenia buen aspecto, grande, material sólido y un pintado correcto, aunque no esperaba menos de un alcalde, solo que le quitaba todos los puntos la demasiada lejanía de la civilización.

Al llegar a la sala principal pudo sentir como la transpiración recorría su espalda por debajo de su camisa de marca, y tan solo había estado no menos de cinco minutos afuera, estremeciéndolo el contraste del aire caliente de afuera a uno frio que emanaba el aire acondicionado del interior de la casa.

Colorea mi mundo | SulayDonde viven las historias. Descúbrelo ahora