Porque...

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Palabras, esas cosas que no son visibles pero que podemos oír y escuchar, incluso nos hacen sentir algo muchas veces, palabras que tiene un valor tras ellas, y otras que no lo tienen, que sólo se dicen por decir, para quedar bien, para ser políticamente correctos, para engañarnos, para hacernos sentir mejor, para tranquilizarnos, pero cuando llega el día en el que esas palabras, esas que se dicen sin decir nada realmente, deben cumplirse y no lo hacen ¿y qué ocurre? Que te hundes, te sientes engañado, un ingenuo y piensas ''¿Cómo he sido tan imbécil de creérmelo?'' Ya es tarde, porque lo has hecho.

Ahí estabas tú, día tras día, haciendo cosas, cosas que tu creías que para algo servirían, que servirían para ti y para nadie más, poniendo todo tu esfuerzo en ello, tu alma en ello; a veces esas cosas salían bien, y sentías que si has podido hacer eso, puedes hacer mucho más y te sientes confiado; pero claro, como puede salir bien, también puede salir mal, pero no pasa nada, porque mantienes la esperanza, sí, esa falsa esperanza que te dieron al principio, si puedes hacerlo mal, puedes corregirlo, puedes hacerlo mejor que antes y crees que lo conseguirás, porque la esperanza es lo último que se pierde, pero llega el día, el día en el que realmente sabes que lo que has hecho no ha servido, que todas esas palabras de ánimo han sido falsas, y te preguntas ''¿Por qué sigo intentándolo?'' Porque tienes coraje, porque no tienes miedo a fracasar, porque sabes que te vas levantar una vez, dos veces y las que hagan falta, porque con el miedo no se va a ninguna parte, porque el que no arriesga no gana, porque realmente no te sientes derrotado, y porque, como he mencionado antes, la esperanza es lo último que se pierde.


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