Capítulo 29: Orgía

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Narra Katy

— Lo siento.

Abrió los ojos y me miró durante unos instantes. Se giró apoyándose sobre su brazo izquierdo y posó su mano derecha sobre la curva de mi cintura. 

— No, lo siento yo, siento que hayas tenido que pasar todo aquel infierno sola. Siento no haberme dado cuenta antes de lo que pasaba. 

— Sabías que no te había engañado, dijese lo que te dijese te negabas a creértelo, gracias.

— Katy sé que es imposible que me engañes, porque es imposible que yo te engañe a ti; te amo. 

— Y yo a ti -le di un beso y le hice volver a acostarse sobre su espalda para colocar mi cabeza sobre su pecho. 

— Tenemos que denunciarla Katy. Tenemos que decírselo a nuestros e ir a la policía. 

— ¡No! -exclamé-. No, por favor. Estoy harta, estoy cansada. Solo quiero que esto se acabe de una vez. 

— Pero ¿y si Diana vuelve a hacer de las suyas? 

— No lo hará, sabe lo que pasará si lo vuelve a hacer, además, Oliver está al tanto y se ocupará de ella. 

— Esperemos que tengas razón -besó mi frente y agarró las mantas para tapar nuestros cuerpos desnudos. 


Narrador omnisciente

— Lárgate Oli, ya te he dicho que la dejaré en paz.

La morena siguió limándose las uñas con suma tranquilidad, una tranquilidad que no compartía con su hermano pues este cada vez estaba más preocupado viendo el comportamiento de su hermana. 

— Diana, esa no es la cuestión, bueno, también, pero la cuestión es que no entiendo por qué has hecho lo que has hecho. Diana, eso no lo hace una persona así como así. 

— Oli, soy una persona adulta y sé tomar mis propias decisiones. Yo necesito que ejerzas de padre, ya tengo uno; y es un padre de verdad, no adoptivo. 

Oliver no podía creer lo que acababa de decir su hermana. Cuando llegó a aquella casa su hermana solía decir aquellas cosas para hacerle sentir mal, pero eran unos críos. Sin embargo había vuelto a decírselo siendo adultos, siendo consciente de lo que decían y las consecuencias que aquello conllevaba. 

— Está bien, tú verás lo que haces con tu vida. 

Y sin decir nada más salió de la habitación y cerró la puerta tras él. La castaña se miró en el espejo que tenía sobre su escritorio el cual utilizaba para maquillarse. Sentía que nadie la entendía, que nadie hacía un esfuerzo por entenderla. Era simple, se dijo para sí misma, una persona como Katy no se merecía estar con alguien como Daniel, pues Daniel se merecía estar con una persona como ella. 

Se levantó de la silla de escritorio y se agachó junto a su cama para sacar la caja donde tenía guardados sus pañuelos y bufandas. Comenzó a hurgar en él buscando aquello que llevaba tanto tiempo sin usar; pero lo necesitaba. Harta ya, sacó todo el contenido de la caja y cogió la bolsa de plástico que había en el fondo y que contenía unos polvos blancos. 


(***)

Narra Katy

Como había dicho, Diana me dejó en paz. Durante el siguiente par de semanas no había recibido noticia alguna de ella. Al principio Oliver nos decía cómo la veía, si creía que estaba planeando algo, pero hacía días que había dejado de hacerlo; Diana se había ido de casa y parecía ser que se estaba quedando en el apartamento de unos amigos. 

Era domingo por la tarde y Raúl había venido a casa. La temporada de Downton Abbey se había acabado pero nos habíamos enganchado a una serie americana llamada The Fosters por lo que seguíamos con nuestra costumbre de domingos de pizza y series; a Alicia y Luis no les hacía mucha gracia la serie pero a Carlos le encantaba, y por sorprendente que fuese, a María también le había gustado mucho. 

Sin embargo aquel domingo solo íbamos a estar Raúl, Daniel y yo; Daniel también se había hecho fan de la serie. María nos mandó un mensaje diciendo que tenía que encargarse de un asunto con su hermana, y Carlos nos mandó otro diciendo que no se encontraba bien y que se quedaría en casa. 

— Tenemos que organizar la fiesta -dijo mi mejor amigo mientras amasaba la pizza. 

— Todavía faltan semanas. 

— Katy, es la mejor fiesta de todo el año. Y para colmo este año también vendrá Oliver, ¿sabes qué clase de orgía va a ser esa? Tiene que estar todo perfecto. 

— Lo que no entiendo es cómo has vuelto a convencer a tu madre de que nos deje la casa teniendo en cuenta cómo la dejamos el año pasado. 

— Le prometí que la limpiaríamos antes de que ella y mis hermanas volviesen de casa de mi tía. Además, sabe que nos hace ilusión, llevamos años celebrando esta fiesta y esta será la última vez; el año que viene estaremos todos quién sabe dónde.

— Será una fiesta de lo más curiosa. El año pasado cantamos cumpleaños feliz, Carlos y María soplaron las velas y se besaron, y este año no lo harán porque el novio de Carlos, con el que puso los cuernos a María, estará en la habitación. 

— Las cosas van cambiando sin poder evitarlo, y algo que no puedes evitar es trabajar, que ya me he dado cuenta de que te has cansado y has dejado de trocear el jamón.

— Perdón -me encogí de hombros y seguí con la tarea que me había puesto mi mejor amigo. 


Narra María

— No, lo siento, no me siento muy bien, mejor lo dejamos para otro momento... Sí, yo también te quiero. 

Carlos cortó la llamada y se me quedó mirando mientras seguía paseándome por la habitación en ropa interior, probándome distintos conjuntos de ropa. 

— ¿Cuándo se lo dirás a Oliver? -pregunté sin dejar de comparar el vestido ajustado gris con el mono granate.

— Solo quiero estar tranquilo sin tener que pensar en ello. 

— Claro, lo siento. Venga, vas a ayudarme -cogí los conjuntos por sus perchas y me acerqué a mi cama donde Carlos yacía sentado-. ¿Qué me pongo? -coloqué un modelito frente a mi cuerpo y después me puse el otro. 

— ¿A quién te quieres tirar?

— No quiero tirarme a nadie, quiero torturar a alguien -reí pícaramente-, ¿qué me pongo?

— Si te pones el vestido gris sin sujetador lo matarás. 

— No quiero ser vulgar. 

— No podrías ser vulgar ni queriéndolo, tan solo una uña tuya tiene más elegancia que muchas de las personas que conozco. 

— Y por esos comentarios te adoro; me pondré el vestido -dejé los conjuntos con cuidado sobre la cama para que no se arrugaran y me puse mi sudadera gris favorita. 

— Oye, muchas gracias por dejar que me quede aquí -dijo cuando me senté a su lado. 

— De nada, puedes quedarte el tiempo que quieras, no pienso echarte de aquí, y juntos encontraremos alguna solución para lo que ha pasado -dije, y sin poder evitarlo, Carlos se echó a llorar, y lo abracé con fuerza. 



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1. Capítulo de transición. Lo sé, no ha pasado nada pero a su vez adelanta algunas de las cosas que van a pasar. Usad vuestra imaginación. 

2. Pongo una foto de Nina Dobrev porque varias personas me habéis dicho que os imagináis a María como ella y lo cierto es que yo también lo he hecho. ¿Qué pensáis? Y por favor, dejad a un lado el hecho de que es castaña y María rubia, ya tuvimos esa misma discusión respecto a los ojos azules de Daniel...

Te amaré, eternamenteWhere stories live. Discover now