T R E S

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SAMANTHA

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SAMANTHA.



Por los pasillos del instituto se oyeron los pasos de unos tacones altos. Sus pisadas fuertes sonaban como toro, y se aproximaban al comedor donde Emily y yo disfrutábamos del almuerzo.

— ¿Quién fue la zorra que le bailó a mi novio? —abrió la puerta y sus tacones dejan de sonar.

Los estudiantes se quedaron pasmados con el almuerzo en la boca.

—Ay no —Emily deja de comer—. La novia de Damiano te vino a buscar.

— ¿En serio? —alcé la cabeza.

—Es la que está en la puerta, ¿qué hacemos?

—Nada, déjala que venga.

— ¿Estas loca? Esa mujer nos dobla la edad.

—Exacto, no creo que pueda hacernos algo.

Emily me mira intentando respirar. Observé de reojos a la mujer que está parada en la entrada con los brazos cruzados. Ella es pelinegra, de piel blanca, y ojos oscuros, trae unas gafas de sol y ropa de oficina. Alguien que no conozco se le acerca y se queda hablando con ella, parece que me delató porque me está señalando.

La mujer viene hacía mi.

— ¿Eres tú? —preguntó al llegar a mi mesa—. Para la próxima debes tener cuidado, tus bailes podrían provocar tu muerte.

—Discúlpese —Emily se levanta—. No debería de amenazar a una estudiante, en especial si es nueva como ella.

— ¿Eres nueva? —la tipa soltó una risa—. ¿Entonces ni siquiera sabe a quién le bailó? Por dios, no lo vuelvas a hacer.

—No te hará caso. —intervino una rubia.

Alcé la mirada y es Paris. Se pone a su lado con el uniforme de la elite, las uñas pintadas y una sonrisa malévola.

— ¿La conoces? —preguntó la mujer.

—Ayer en la fiesta, le puse el reto de que le bailara al chico que más le atraía.

— ¿Y escogió a él? —soltó una risa—. Si que tiene ovarios.

— ¿Ya dejaron de hablar? —bufé—. Están estorbando.

Paris lanza una risita odiosa y después mira a la mujer. Parece que se hubieran dado una señal, y cuando lo hicieron, la mujer agarra la coca-cola de mi recipiente, lo abre, y me lo hecha encima. Reaccioné al instante y Emily me miró con los ojos abiertos, los demás en él comedor se sorprendieron.

—Esto te va a pasar si tú sigues estorbando. —dijo.

Me levanté de la mesa empapada de refresco, y las miré con furia a las dos. Se están riendo de mí. Me enojo aún más y decido agarrar el plato de pasta que estaba comiendo y se las lanzo encima.

CLASE AOnde histórias criam vida. Descubra agora