La platinada se encontraba en el baño de su habitación, se estaba terminando de lavar su cara, cuando se la secó, se miró al espejo, tenia los ojos rojos, había llorado.
»Por quétienesquesertanpatética«
Pensó y soltó un suspiro pesado. Salió del baño, agarró su mochila y empezó a caminar, directo a su escuela. Sólo le faltaba un año para poder terminar la universidad, aunque, ella no tiene las mejores calificaciones.
A pesar del clima soleado que había esa mañana, Elsa vestía muy cubierta, traía una blusa con mangas largas, no era lo suyo arreglarse, además, quería ocultar las marcas que tenía en sus brazos.
Oops! This image does not follow our content guidelines. To continue publishing, please remove it or upload a different image.
Al llegar al instituto, camino por el gran pasillo, mirando el suelo, entró a su salón y en ese momento, tocaron el timbre, que daba inicio a la primera clase. Su maestra apareció por la puerta con una sonrisa.
—Muy bien, jóvenes — dijo y observó que todos ya estaban en su lugar —, les haré entrega de sus exámenes ya calificados
La maestra empezó a pasar por los lugares entregando los exámenes.
—Apuesto aquereprobé— pensó cabizbaja, la maestra llegó a su pupitre con una cara de decepción, estaba en lo correcto, 5.7 de calificación.
—No te fue muy bien, Arendelle — dijo la maestra y siguió repartiendo.
La platinada miraba su examen, esa calificación encerrada y escrita con tinta roja. Se sentía una basura, no pudo pasar un examen, estaba segura de que su madre estaría decepcionada, si aún estuviera viva.
—Amm... m-maestra, ¿puedo ir al baño? — preguntó Elsa con timidez y alzando su mano
—Si, señorita — respondió la maestra sin mirarla.
Elsa salió y entro al baño, cerro la puerta de uno. Las lágrimas empezaron a salir, sentía pésimo, recordó que traía una pequeña navaja en su bolsillo, la sacó, y sólo se pudo hacer un corte, ya que en ese momento tocaron el timbre.
No quería llegar tarde a su siguiente clase, agarró papel de baño para limpiarse la sangre que estaba empezando a salir. Se apresuro para llegar a su salón y que el maestro no la regañara.
Pasaron las horas, ahora, Elsa se encontraba en la hora del almuerzo, en una mesa sentada, sola, no tenía apetito. Un grupo de chicas se acerca a ella.
—Pobrecita tonta sin amigos. — dijo una chica pelinegra y con una sonrisa maliciosa —Por dios, se nota que no sabes nada de moda — añadió observándola con desagrado.
—Por favor, déjenme en paz — pidió Elsa cabizbaja y con un hilo de voz.
—Jajaja pobre estúpida — rió la chica —, tanto que ni un examen pudiste pasar.
—Tooth, ya la oíste, dejala — intervino una de las chicas que venía con ella.
—Ay Mérida, tu siempre de aguafiestas — dijo la chica rodando los ojos.
—Tooth es en serio — dijo Mérida seriamente. Tooth bufo y se alejo con las otras chicas.
A la platinada se le salió una lágrima, se la limpió enseguida, intentando no tomarle importancia a las palabras dichas por la pelinegra.
—¿Estas bien?. — le preguntó Mérida y ella asintió sin mirarla —No le hagas caso, lo que te dijo no es cierto.
Elsa alzo la cabeza, y la miró, la pelirroja sólo le sonrió y se fue. Luego de un rato, la platinada se encontraba acomodando unas cosas en su casillero.
El grupo de amigas de Tooth iba pasando, y la vio, se acercó a ella.
—Idiota — le susurró Tooth detrás de ella y empujo su cabeza contra el casillero.
Oops! This image does not follow our content guidelines. To continue publishing, please remove it or upload a different image.
Elsa sólo escucho sus risas, excepto la de una de ellas. Respiro hondo y camino a su salón de clases.
Las horas pasaban, a Elsa se le hacían una eternidad. En una ocasión, su vista de ella se desvío, vio a Tooth susurrando cosas con sus amigas y luego la voltearon a ver.
Cuando dieron el ultimo toque que indicaba el final de la ultima clase. Terminó de guardar sus cosas, iba a dar el primer paso, hasta que alguien la empujo.
—Miren, la tonta antisocial sigue aquí — dijo Tooth y soltó una risa.
—Por favor, dejenme — suplicó y empezó a caminar.
—¡Pues como vez que no! — exclamó y la empujó con más fuerza, tanto que se cayó.
—¡Tooth, basta! — dijo una voz detrás de esta, y la pelinegra abrió los ojos como platos...
