Capitulo 1: Introducción

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Ella buscaba la noche, no quería rayos de sol, ni tardes de playa, ni desayunos frente la Torre Eiffel, no quería claridad, ni bondad, en ella habitaba la oscuridad desde hacía años, perdió la noción del tiempo y ya poco sabía sobre su edad.

Ese día tan esperado para ella llegó, no entendía por qué la gente tenía la necesidad de celebrar el año nuevo como una fiesta única y loca. Sus pasos por inercia la llevaron a un simple bar, eran las 4 de la mañana y quedaba poca gente, pero entre el alboroto logró ver una silla vacía junto la barra, se sentó en ella y pidió una cerveza bien bien fría. "¿Qué más da que este helada?" Pensó ella, el frío o el calor no se hacían presentes en su cuerpo, ni lograba diferenciarlos.

Tras rechazar a un par de hombres y fijarse en la camarera que tenía enfrente, hizo un balance sobre su larga vida y pensó que quizás hoy estaría de suerte.

-¿No crees que la jarra está muy helada para la fecha en la que estamos?- Dijo aquella camarera.

-No está fría.- Ella la cogió con su mano derecha y lo verifico. No sentía frío.

-No te he visto mucho por aquí... ¿Eres nueva en Alicante?-Al final de la pregunta, la camarera le regalo una sonrisa y ella simplemente negó con su cabeza-¿Y cómo te llamas?

-Me llamo Alba.

La camarera sabía que ella era diferente a todo el mundo que había en ese antro y limpiando la barra con un paño viejo, quiso seguir con la conversación.

-Bonito nombre... Yo soy Rocío.- Volvió a sonreír frente Alba. Le llamaba la atención aquellos ojos, eran bonitos y raros a la vez, no eran verdes ni brillaban como los suyos o como el de los demás, los de Alba eran negros, muy oscuros, intensos y misteriosos. Sus labios tenían un tono rojizo, Rocío podía jurar que Alba no traía ningún tipo de carmín. Y el misterio seguía anclado en ella, ¿por qué se mantenía tan seria? Todavía no la había visto sonreír y aceptó aquel estúpido reto, la haría reír, "Estamos estrenando año, hay que ser felices" pensó Rocío.

-Y... ¿Cuántos años tienes?- Cuando finalizó la pregunta vio como los labios de Alba se curvaron hacia arriba. "Vale" se dijo así misma, no pensó que hacerla reír iba a resultar tan fácil.

-¿Cuantos me echas?- Alba se levantó de la silla y dio una vuelta sobre sí misma, ella sabía que ni loca Rocío iba adivinar aquella edad de 3 cifras.

-Mmmmm...- Rocío dio unos cuantos pasos hacia atrás para verla de arriba abajo.- ¿22?-Preguntó.

-Casi, casi.- Volvió a reír Alba.

-¿Entonces?- La de ojos verdes apoyó sus codos en la barra y se acercó a ella.

-Tengo 24.- Mintió. No quería espantarla, decir "Hola, soy Alba Reig y tengo 166 años" no era lo más común.

-Yo tengo 23.- La ojiverde sintió que poco podía hacer con Alba, parecía una chica bastante agradable, pero desde lejos se podía ver lo poco que le gustaba el contacto físico, así que decidió apartarse, pero a pesar de la distancia tomada, notaba en ella su mirada intensa, y desde ahí podía oírla respirar.

-¿Por qué trabajas aquí?- Rocío se sorprendió ¿Estaba hablando con ella? Miró para sus lados y si, estaba hablando con ella.

-Bueno.- La rubia se acerco a ella mientras limpiaba la barra de vasos vacíos.-Me tengo que pagar los estudios de alguna manera.

-Yo te los pagaría encantada si aceptaras ser como yo.-Eso desconcertó a la camarera y se puso en alerta "¿Qué le estaba proponiendo?". Desde hace más de 100 años Alba y su amiga Sonia hicieron un trato, solo beberían sangre humana cada año nuevo. Solían buscar gente mala, no matarían a gente buena, solo a la gente que se merecía la muerte, gente que nadie iba a echar de menos al día siguiente, digamos que los 31 de diciembre hacían una especie de purga. Pero esa noche a Alba se le antojó el cuello de Rocío, pensó que por un año que hiciera eso no iba a pasar nada. No la mataría, solo bebería un poco de ella y la dejaría ir, nada que no pueda arreglar una transfusión de sangre.

Muérdeme |Albocío|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora