Capítulo 13

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"¿Estás demente?"

"Lovino, si tan sólo pudieras escuchar..."

"¡Sabía que tenía razón al no confiar en esos americanos! ¡No puedo creer que ellos serían tan irresponsables! Para poner esa estúpida idea en tu cabeza... "

"¡No es estúpida! Es la única oportunidad que conseguí, y no puedo hacerlo solo..."

"¿Cómo puedes incluso pedirme eso?"

"Porque eres mi hermano, y..."

"Estás completamente loco si piensas por un segundo en que te voy a ayudar con esto, si crees que voy a dejarte..."

"¡Tú lo hiciste por Antonio!"

"¡Eso fue completamente diferente!"

"¿Cómo?"

"¿Cómo? ¡Antonio era un aliado siendo torturado por la Gestapo al estar informándonos, No un enemigo siendo capturado por los americanos!"

Feliciano finalmente se detuvo. Extendió las manos en el banco delante de él, trató de cambiar su rápido pulso y pesada respiración, para pensar clara y coherentemente. El sol de la tarde inundó la cocina y el roto silencio interrumpido por la explosión de gritos de él y Lovino. Feliciano sabía que al final era inútil intentarlo y convencer a Lovino. Pero también sabía que tenía que intentarlo por muy pequeña que fuera la oportunidad. Porque tenía que ver a Ludwig. Incluso si sólo era una vez más, Feliciano tenía que verlo. "¿Hay alguna diferencia en quienes lo mantienen prisionero?"

"¡Claro que la hay!" gritó Lovino, sus ojos amplios y furiosos, su expresión frustrada y enojada. Feliciano sabía que él no entendía. Por supuesto que no lo entendía. "Los Americanos no torturan a sus prisioneros..."
"¿Cómo puedes saber eso con seguridad?" Feliciano se sintió culpable hablando de esto cuando Lovino aún estaba tan roto desde que lo que le pasó a Antonio. Pero ya no tenía opción ahora. "Los americanos son nuestros aliados, ¡Por supuesto que ellos nos hablarán de eso! Y aún si ellos no lo torturan ¿no lo ves?, el será enviado al campo de prisión, ¡Él nunca podrá escapar!, Ellos lo encerrarán por el resto de la guerra, y eso podría ser por siempre, y a lo mejor él será finalmente enviado de vuelta a Alemania después que la guerra haya terminado y nunca más lo volveré a ver y no puedo soportar eso, Lovino, no puedo... te lo suplico..." Las lágrimas que Feliciano había intentado fuertemente contener finalmente le picaban sus ojos y amenazaban con derramarse. Apretó los dientes y lo miró con rabia. "Por favor, ayúdame." Lovino se limitó a mirarlo como si realmente hubiera enloquecido.

"Sólo detente y piensa por un momento lo que me estás pidiendo hacer. Ayudarte a rescatar a un enemigo."

"Pero él no es un enemigo, Lovino, él no sólo es un alemán, él es Ludwig, él es el hombre que yo amo, él es bueno, un hombre decente quien merece una oportunidad, ¡merece algo mejor que ser un prisionero de campo por los próximos cincuenta años!"

"Si el abuelo estuviera aquí..."

"Bien, ¡él no está aquí!" El abuelo Roma había partido el día anterior, para llevar noticias e información a todos los contactos de Antonio cerca del país. Después de todo, alguien tenía que informar a otros bolsillos de la resistencia de lo que estaba ocurriendo. "Y no volverá hasta dentro de semanas, entonces no puedes detenerme, y no puedes..."

"¡Nada de eso importa!" Lovino estaba tornándose rojo, sus palabras se estaban volviéndose cada vez más fuertes y más ruidosas. "Si, en contra de la lógica y la razón y de todas las posibilidades, logras liberarlo de los americanos, ¿entonces qué? ¿Qué puedes hacer entonces? Tú tienes una ubicación, ¡Eso es todo! No tienes manera de poder entrar a ese lugar, tú no tienes ninguna información de la forma en la que se lleva a cabo, no tienes idea de qué hacer, ¡Aún incluso si el alemán se libera! ¡No tienes nada!"

Auf Wiedersehen, SweetheartDonde viven las historias. Descúbrelo ahora