Tren a Londres || Bradley Will Simpson.

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Se removió incómodo en el asiento de su tren a Londres, mientras subía el volumen de su música al máximo, para intentar los susurros constantes del grupo de chicas que tenía sentado delante de él.

—¿Vas a hacerlo de una vez o no, Emma? —Susurró una de las chicas, ¿cómo podía seguir escuchándolas si sus oídos estaban sangrando?

—¡Bien, lo haré! Prepara la maldita cámara— susurró otra. Distinguió una figura levantándose de su asiento, pero no le prestó atención. Fue cuando se dio vuelta hacía él que levantó disimuladamente su mirada. Se encontró con una morocha de pelo largo, saco de invierno gris, sweater blanco y bufanda blanca con pequeñas rayitas grises revisando algo de una mochila.

La chica —que él supuso que debía ser Emma— hizo una pequeña sonrisa de satisfacción cuando encontró el objeto, supuso. Luego caminó hasta el pasillo, no sin antes lanzarles una mirada a sus amigas. Chequeó los asientos, y cuando llegó a los primeros, se sentó en el pasillo con un objeto en la mano.

Era un vaso.

Luego vio una cámara fotográfica de buena calidad asomarse por donde estaba su asiento, siendo sostenida por otra mano de mujer. Su curiosidad le ganó y se asomó por detrás de la cámara, sacando sus auriculares de sus oídos.

—¿Listo? —Preguntó, posicionando el vaso con la base hacia arriba delante de sus piernas dobladas.

—Un, dos, tres, ya…—contó una chica mientras levantaba los dedos haciendo los números arriba de la cámara.

—Hola, Emma aquí, me retaron a hacer “The Cup Song” en varios lugares públicos, “por el fin de semana de los retos en Londres”, y aquí estoy, en un tren a Londres —Dijo hablando a nadie más que a la cámara—. Así que aquí va —Puso su cabello sobre su hombro derecho, respirando hondo.

Y luego algo extraño ocurrió.

La chica dio dos palmadas, tres golpes sobre la base del vaso,  otra palmada, levantó el vaso de plástico, palmada, luego con su mano izquierda, tomó el vaso de manera en que la boca de este quede perfecta para que ella pueda golpearlo con la palma de su mano, luego golpeo el borde de la base con el piso del tren, lo pasó a su mano derecha, golpeo su mano con el piso y volvió a situar el vaso en su posición inicial. Repitiendo el proceso, comenzó a cantar.

Tengo un boleto para un largo viaje,

Dos botellas de whiskey para el camino,

Y estoy segura de que me gustaría un poco de dulce compañía,

Me voy mañana, ¿Qué-me-dices?

La chica linda no tenía una voz hermosa, era pasable, no hacía sangrar los oídos de nadie, y era por eso que los pasajeros la miraban, aparte de haber tenido la confianza suficiente de interrumpir el silencio tan querido de todos los viajeros.

Cuando me haya ido, cuando me haya ido,

Me vas a extrañar cuando me haya ido,

Me vas a extrañar por mi cabello,

Me vas a extrañar por todos lados, oh,

Vas a extrañarme cuando me haya ido.

Esta vez no cantó, solamente hizo el frenético ritmo con sus manos y el vaso de plástico y él se concentró más en su rostro. Tenía ojos marrones, labios rosados y era blanca como la nieve. Era linda, por algo había comenzado a llamarla “Chica linda” y no Emma como se había presentado. Sus pensamientos fueron interrumpidos por su voz.

Tengo un boleto para un viaje largo,

El que tiene la vista más bonita de todas,

Tiene montañas, tiene ríos, tiene vistas que dan escalofríos,

Pero de seguro sería más bonito contigo.

Cuando me haya ido, cuando me haya ido,

Me vas a extrañar cuando me haya ido,

Me vas a extrañar por mí caminar,

Me vas a extrañar por mí hablar, oh,

Vas a extrañarme cuando me haya ido.

Cuando su canto terminó, también lo hizo su música, y levantó la cabeza, poniendo su cabello detrás de sus oídos y sonriendo gracias a los aplausos de las personas que allí estaban, incluido él. Tomó el vaso y se levantó del lugar.

—Ahora espero que me dejen dormir por lo que queda de viaje, malditas perras—Señaló a sus amigas mientras llegaba a su asiento, y guardaba su vaso en su mochila. Sus amigas rieron y cuando iba a poner su mochila de vuelta en su lugar se encontró con su mirada, conectándose por unos segundos.

Sonrió de costado, y ella hizo lo mismo. De repente una cabeza rubia emergió de entre los  asientos.

—¿A quién le sonríes? —Preguntó mientras se arrodillaba en este. Él escondió su cabeza en su bufanda mientras volvía a colocarse sus auriculares con la música al máximo. Emma solo largó una carcajada, tomó su iPod y despegó su mirada de él, sentándose en el asiento.

Al parecer, sus amigas cumplieron su promesa de dejarla dormir en paz, porque cuando él se levantó para ir al pequeño baño que hay allí y pasó por su asiento, se encontró con una chica acurrucada en ella misma. Sus parpados se encontraban fuertemente cerrados, su boca hacía un pequeño puchero y su nariz se arrugaba de vez en cuando a causa de un mechón de cabello que había ahí. Sus cuatro amigas —dos en el asiento de adelante, una en el asiento al lado de la ventana junto a ella— se encontraban en el mismo estado, así que, comprobando de que nadie lo viera, apartó el mechón su nariz y lo puso detrás de su oreja, rápido pero cuidadoso. La chica ni se inmutó, sumida en un profundo sueño. Respiró profundo y se hundió en su asiento, su música, y su libro de Harry Potter.

Cuando el tren llegó a la estación, una de sus amigas —otra morocha que se encontraba dos asientos delante de él— se encargó de despertarlas. Con pereza, Emma se levantó y se estiró, enfrentándolo pero no notando su presencia. Se refregó los ojos, acomodó su cabello, y agarró su mochila y una valija roja, mientras se ponía unas orejeras blancas y, junto a sus amigas, bajaba del tren. Él iba detrás de ella, pero cuando finalmente bajaron a la estación, la vio perderse entre la multitud de personas, sin antes poder decirle:

—Hola, me llamo Bradley. Y creo que eres hermosa.

Tren a Londres || Bradley Will Simpson.Where stories live. Discover now