Punto 8

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No pensar en él antes de dormir, agotarse al máximo durante el día para que no quepan pensamientos sobre él.


Pues entre la universidad, el trabajo en el buffet por las tardes, y ser ayudante de cocina de mamá por las noches, de veras me agotaba.

Luego de comer con mis padres veíamos una novela cómica en la sala, sino una película y conversábamos sobre anécdotas ocurridas durante el día.

Cuando salía con el innombrable me retiraba temprano a mi habitación y chateaba con él hasta tarde.

En este período post-amor me quedaba hasta tarde con mis padres, hasta que nos daba sueño cerca de las once y nos íbamos.

Este punto número ocho se estaba ejecutando solito y sin mucho esfuerzo.

Era lo mejor que podía hacer, acostumbrarme a esta vida mía sin él, a la ausencia de sus cariños y mimos, a más amistades, más familia, más yo.

Después podría empezar a tener citas.

Amigos por conocer. Romances por descubrir.

Mientras tanto, seguiría dándole golpes al señor corazón a través de mi pequeña y estricta lista, hasta que entendiera completamente que el innombrable no merecía ni un suspiro más.

Sin duda era la parte más difícil: aprender a recordar sin que los sentimientos se alborotaran.

Después de algunas semanas llevando a cabo mis propios consejos en conjunto con el apoyo de Viviana, y tal como le había mencionado a Joaquín, poco a poco el innombrable me iba resultando indiferente.

Si me miraba o no, si entraba o no, aunque seguía sin aceptar una salida con los del buffet, porque me había propuesto que el día en que lo hiciera, sería porque el señor corazón no sufriría ni una pizca por el engaño ni tendría ninguna esperanza absurda de volver con el hijo de mi jefe.

Aquel día podría finalmente aceptar su partida.

La lista del olvido | Relato corto en fragmentosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora