Capítulo 20.

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—Por favor, acompáñame—Se escucha al otro lado del teléfono la voz suplicante de Amy

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—Por favor, acompáñame—Se escucha al otro lado del teléfono la voz suplicante de Amy.

Amy quiere que la acompañe al veterinario para llevar a su hurón, ya que Mimi —el animalito—, ha estado muy decaída.

—Amy, me duele la cabeza—Y no era una excusa, enserio sentía como mi cabeza martilla.

Por fis, Daisy. Por tú mejor amiga y Mimi.

—Lo haré por ti—digo rindiéndome. Creo que todos se han dado cuenta de que soy fácil de convencer—, pero ni creas que lo hago por esa rata, aborrezco a ese animal.

—Los hurones no son ratas—dice ella por milésima vez. Esa cosa parece una rata y punto.

—Lo que sea. ¿Dónde nos vemos?

Me dice que en su casa para luego partir hacia el veterinario, después nos despedimos. Busco rápidamente en mi closet una camisa y unos jeans, me los coloco y bajo las escalera para adentrarme a la cocina en busca de una aspirina.

¿Qué? ¿Nunca han guardado medicamentos en la cocina?

En mi hogar es ley colocarlos en una de las gavetas de la cocina.

Tomo el bote de aspirinas, abro la nevera para tomar un vaso con agua y luego coloco la pastillita debajo de mi lengua. De un trago me tomo toda el agua y suspiro, es hora de salir.

Mientras voy caminando a casa de Amy miro mis pies. Gracias a Dios el dolor ya se está dispersando y me deja pensar más claramente. Luego de diez minutos, me encuentro frente a la puerta de la casa de Amy, presiono el botón del timbre y espero a que abra.

— ¿Lista?—Me pregunta una vez que ha abierto la puerta, a su vez acaricia la cabeza de la rata.

—Si—respondo con asco.

—Vamos, Daisy. No veas así a Mimi.

Caminamos hasta el centro veterinario hablando de cosas triviales. La rata, tiene una cadena con pechera por lo que le permite caminar por si sola. Tengo que admitirlo, algunas veces me distraigo de la conversación solo por ver a la rata haciendo sus necesidades o simplemente observarla caminar. Es uno de los animales más feos que he visto.

Después de unos minutos, accedemos al centro veterinario, todas las personas cargan con perros o gatos, Amy es la única loca que tiene un hurón. Nos dirigimos hacia el mostrador y un chico está de espaldas hablando por teléfono.

Esperen. Yo conozco ese chico. Él voltea haciendo que ambas nos sorprendamos, tiene un hurón en las manos y le hace mimos mientras lo acaricia.

— ¿Bart?—preguntamos Amy y yo al mismo tiempo.

—Hey, Daisy y... ¿amiga de Daisy?

¡Joder! Otro amante de las ratas.

Creo que aquí me identifico con Amy

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Creo que aquí me identifico con Amy... ¡Necesito un hurón!

Pero en Venezuela no he visto :S

Pero en Venezuela no he visto :S

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Regálame un lápiz | Los Intocables #1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora