Traición

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             JUVIA Loxar terminaba su undécima copa de licor de hada en aquel antro al que llevaba yendo días a ahogar sus penas. El alcohol bajaba por su garganta dándole la sensación de quemarla por dentro, pero no le importaba, tan solo quería olvidar sus estúpidos sentimientos.

El bar estaba a rebosar de gente, pero ella se sentía sola, en todo aquel tugurio solo estaba ella y el vaso de licor, los demás no pertenecían a su mundo de miserias y penas, así que como único remedio para olvidar era emborracharse hasta quedar medio inconsciente. Desde que había empezado aquella rutina la mayoría de las veces no recordaba como había llegado a su casa, pero la verdad es que poco le importaba, de hecho ya no había nada que le importara, lo único que había amado en su vida la había traicionado.

-Creo que ya has bebido suficiente- la voz del camarero entró en la neblina de su cerebro, ella se limitó a mirarlo con sus ojos azules vacíos de expresión y miró el reloj, después sin mediar palabra se levantó y se fue tambaleante a su casa. Iba tan borracha que en un momento dado se tropezó con sus propios pies y cayó al suelo. De repente las lágrimas inundaron sus ojos y comenzaron a caer por la cara. Estuvo así durante un tiempo que no supo determinar, tan solo supo que sus ojos se sentían cansados y que sus párpados comenzaban a caer.

-¡Juvia!- la voz llegó demasiado tarde, la joven maga se había quedado inconsciente, aunque este estado no duró demasiado ya que cuando volvió en sí sentía que alguien la cargaba, el vaivén de las pisadas de la otra persona la marearon hasta límites insospechados.

-De-déjame- logró articular antes de que su cuerpo volviera a colapsar.

Las pesadillas la despertaron. Medio atontada miró a su alrededor, sin embargo no reconoció nada, se encogió de hombros en señal de indiferencia y se dispuso a marcharse sin hacer ruido a su casa. Tardó más de lo que le hubiera gustado pero llegó sin más percances y lo primero que hizo al entrar fue tirarse en la cama e intentar quedarse dormida, cosa que le costó, pero finalmente lo consiguió, aunque no fue un sueño reparador ya que las pesadillas lo imposibilitaban, así que cuando volvió a despertar no se sentía descansada ni mejor pero su cuerpo le pedía que se levantara, así que eso hizo, fue al baño, se duchó, vistió y preparó ligeramente para ir al gremio, no quería que nadie notara que había pasado la noche de borrachera, sentía que sus compañeros no se merecían aquello así que como pudo compuso una sonrisa y cuando estuvo satisfecha se fue al gremio.

Lo encontró como siempre, ruidoso, radiante y alegre, ante aquello su corazón latió dolorido de saber que nunca podría formar parte de aquello, después de lo último que había sufrido lo poco que quedaba de bueno en ella había muerto.

-¡Oi Juvia!- sintió que alguien la jalaba- necesito ir de misión, tengo que pagar el alquiler y Levy no puede venir- aquellas palabras le dolieron e hicieron que algo primario despertara en ella.

-No voy a ir contigo solo porque Levy no pueda, si quieres compañía búscate a alguien más ¿vale?- Gazille la miró atónito, en todos los años que llevaban de amistad nunca le había hablado de aquella forma tan dura. Sin dirigirle ni una palabra ni mirada se fue a la barra y se sentó alejada de todos los demás. El Dragon Slayer la miró sin comprender, aunque su cerebro enseguida encontró el motivo de que su mejor amiga estuviera de ese modo, frunció el ceño pero decidió que era mejor no meterse en cosas de pareja y fue al tablón de misiones a coger alguna.

En la barra Juvia bebía una cerveza y se hundía en su miseria al pensar en cómo había reaccionado ante las palabras de Gazille, no podía evitar sentirse mal aunque por otro lado ella no tenía la culpa de que él la usase como si fuera una sustituta, no obstante últimamente era en lo que se había convertido: en una sustituta. Sin dejar de pensar en ello se bebió todo el contenido de la jarra de un trago.

Traición y UniónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora