Si el WonTaek fuera... The Joker y Harley Quinn.

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Asilo Arkham, Gotham City.

Los pasillos tinturados de color gris no hacían más que ayudar al ambiente pesado que corroía cada rincón; conforme más caminaba a un costado de su guía más podía ver las puertas aseguradas del lugar, unido al hecho de que en algunas se podían oír gritos o risas histéricas, todo acompañado de golpes o amenazas.
Sin embargo, para él no era un problema, más bien era la oportunidad y el lugar perfecto para empezar a ejercer su profesión, prometiéndose en silencio ayudar a quien le fuera asignado.
Jung TaeKwoon acababa de graduarse en psiquiatría, siendo curioso y sumamente obsesivo con los pacientes que tuvieran extrañas enfermedades mentales, era por ello que Arkham se volvió el lugar perfecto para trabajar.

—Dr. Jung, es un gusto que podamos tenerle aquí, Soy el Dr. Cha HakYeon, jefe del área—. El joven de tez morena y sonrisa amplia extendió su mano hacia Taekwoon, quien la tomó con gusto esbozando una suave sonrisa.

—El placer es mío, HakYeon—. Contestó con su característica voz suave, soltando el agarre de ambas manos, siguiendo a HakYeon en cuanto este comenzó a caminar.

—Verá, Dr. Jung, en Arkham nuestra misión es hacer de nuestros pacientes mejores personas de lo que eran cuando entraron, nuestra normativa es básica: Si no está curado no sale— la voz del joven doctor era firme, sin ningún titubeo.
Entre pláticas de las normas del asilo, explicaciones de los individuos y la advertencia de que no se acercara mucho a la celda del paciente llamado Killer Croc, el Dr. Cha terminó su recorrido frente a una puerta metalizada con más seguros que él metas en la vida, despertando así la curiosidad del joven rubio quien le veía esperando una respuesta.

—Usted nos ha caído del cielo, agradecemos tanto que haya decidido trabajar aquí porque ya no podíamos más—.

—Pero... ¿De qué habla exactamente, Dr. Cha?— Ante esto, HakYeon suspiró pesadamente con expresión seria, sacando una llave de su bata blanquecina.

—Hace tres meses nuestro último psiquiatra asignado a este paciente acabó renunciando, alegando que estar más de treinta minutos con él era sinónimo de una noche en el infierno y que ni en sueños podríamos hacer que se curase— sus palabras salían lentas, cautelosas por si el rubio en algún momento deseaba marchar, cosa que no le recriminaría.
Sin embargo, el movimiento de mano por parte de Taekwoon para que prosiguiera le hizo pensar lo contrario.

—Es por eso que aunque sea muy pronto, hemos decidido asignarlo a usted para que lo trate, esperando no sea una molestia para usted— finalizó tosiendo un poco.

El silencio reinaba en el pasillo, fluía entre ambos doctores pues uno temía mientras el otro analizaba la situación a fondo considerando si aceptar la propuesta de trabajo era conveniente o no, pero su hilo de pensamiento se vio cortado por una leve risa ronca proveniente de la habitación donde HakYeon le había soltado todo; ese sonido había hecho temblar cada fibra de su cuerpo y fue entonces que decidió aceptarlo, sería su reto curar a ese paciente.

—Está bien, aceptó ser el terapeuta de...— dejó las palabras al aire, ganándose la vista fija del otro al no saber el nombre.

—Se hace llamar Ravi—.

                                   💉

El primer día que Taekwoon comenzó a trabajar formalmente con su paciente fue escoltado por dos oficiales armados hasta los dientes quienes, en cuanto abrieron cada uno de los cerrojos de la habitación, apuntaron dentro como si de un reflejo se tratase.
Taekwoon entró con paso lento pero firme, admirando la decoración blanca y neutra del lugar con pocos muebles, siendo la mesa del centro con dos sillas metálicas lo más llamativo.
Ahí, con el torso apresado en una camisa de fuerza enredada por todos lados, piel en tonalidad blanca fantasma, ese cabello verde el cual era el único toque a color entre tanto gris, los labios de un rojo fuerte con líneas extendidas hasta las mejillas, un paciente tan excéntrico en su aspecto a como lo parecía en su forma de ser, toda aquella descripción mental había hecho que Jung tuviera un breve lapso en el que no se movía, ni tampoco hacia ruido.
El chasquido de la puerta cerrarse hizo que ambas personas despertaran, siendo el chico de cabello verde quien volteara directo al joven de bata blanca, haciéndole descubrir así sus ojos enmarcados en un negro profundo haciendo contraste con su piel; ahí estaban sus miradas peleando entre ellas por ver quién se rendía primero, una azul claro que observaba con cierta curiosidad, la otra teñida de locura haciéndola azul opaca con un leve brillo de insanidad.

Si el WonTaek fuera...Where stories live. Discover now