8 Reencuentro

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Carl

Mi padre llegó y me abrazó con fuerza. Ambos llorabamos, no podía creer que mi hermana estuviera muerta, solo era una pequeña e inocente bebé, no se merecía morir. Mi padre y yo volteamos detrás de nosotros y nos percatamos de que Ally no estaba.

—¿Dónde está Allyson? — dije un poco preocupado.

—Debe haberse ido, Carl — contestó mi padre con su cabeza baja, estaba realmente mal —Tenemos que irnos de aquí, Carl. Talvez la encontremos en el camino.

Salimos de ahí dejando la prisión muy atrás, y entramos en el bosque. Aquel lugar que alguna vez creímos que sería seguro había sido destruido, aunque era de esperarse, porque ya nada podía ser seguro en ese mundo tan horripilante.

Estuvimos mucho tiempo caminando sin rumbo. Mi padre iba detrás de mí y yo caminaba más aprisa que él. Estaba molesto y estresado con todo lo que estaba sucediendo.

—¡Carl! ¡Detente! — gritó mi padre. Me detuve sin voltear a mirarlo.

Pasó su mano por mi hombro y me miró con preocupación. Solo me solté de su agarre y seguí caminando a paso rápido.

Después de varias horas caminando, logramos encontrar una casa donde descansar

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Después de varias horas caminando, logramos encontrar una casa donde descansar. Entramos y rápidamente fui a la cocina a buscar algo para comer. Lo único que había era cereal y más cereal, pero al menos tendríamos algo para llenar el estómago.

Cuando salí de la cocina, fui subiendo las escaleras hacia el piso de arriba.

—¡Carl! ¡Espera! — gritó mi padre nuevamente.

Me volteé y lo miré con seriedad.

—Debemos revisar primero si hay algún caminante — comentó, sacando un cuchillo.

—¿No crees que si algún caminante estuviera aquí, ya habría salido? — le contesté y giré para seguir subiendo.

—¡Carl! — exclamó mi padre molesto.

Gruñí y volteé para mirarlo de nuevo.

—¡Aquí, malditos caminantes! ¡Vengan! ¡Aquí, idiotas! — dije mientras golpeaba la pared, haciendo un escándalo.

—¡Aquí, malditos caminantes! ¡Vengan! ¡Aquí, idiotas! — dije mientras golpeaba la pared, haciendo un escándalo

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—¡Cuida tu boca! — me ordenó con un tono autoritario.

—¿Me hablas en serio? — pregunté con un suspiro y subí al piso de arriba.

Entré a una habitación y me recosté en la cama. Lo único en lo que pensaba era en que todos estuvieran bien, que pudieramos reunirnos de vuelta. Los extrañaba a todos... Extrañaba a Ally.

Me alejé de mis pensamietos y tomé un cómic para comenzar a leerlo.

(...)

Desperté... Al parecer me había quedado dormido mientras leía.

Me levanté con pesadez, dejé el cómic en una pequeña mesa y bajé a la sala, sin tener la más mínima idea de cuánto tiempo había pasado.

Mi padre dormía en uno de los sillones de la sala, y por lo que vi lo utilizó para bloquear la puerta y así evitar que alguien pudiera entrar. Muy inteligente.

Fui a la cocina y salí por una de las ventanas. Una vez fuera de la casa decidí ir a caminar y buscar algunas otras casas para ver si podía encontrar algo más para comer. El cereal no aminoraba el hambre ni un poco.

Escuché unos gruñidos que venían de atrás; me giré y vi que dos caminantes se acercaban a mí con sed de sangre y carne humana. Cuando quise sacar mi arma otros dos caminantes me tomaron por sorpresa, saliendo por mi lado derecho. Hicieron que callera al suelo. Rápidamente tomé mi pistola y comencé a dispararles. Cada caminante que mataba caía encima de mí, lo cual no era muy favorable; cada vez que uno caía en mí me iba dejando sin aire.

Una vez que acabé con ellos, me deslicé por la tierra hasta que saqué a aquellos muertos de encima mío, y seguí caminando.

Encontré una casa y entré en ella con la esperanza de encontrar algo para comer.

Al revisar la cocina noté que no había nada de nada. Subí al piso de arriba y entré a una habitación donde encontré una enorme lata de pudding sobre un ropero algo viejo.

—¡Perfecto! — exclamé y lo tomé para meterlo a mi mochila.

Entré a otra habitación donde encontré varios libros tirados por el suelo, pero nada interesantes a mi parecer.

Un caminante llegó por detrás mío y me tiró al suelo, echándose sobre mí. Con todas mis fuerzas logré sacarlo a un lado y traté de pararme y correr, pero fue envano; el caminante había tomado mi zapato impidiéndome escapar, así que saqué mi pie de mi bota y corrí hacia fuera de la habitación para cerrar la puerta. Antes de irme tomé una piedra y escribí en la puerta:

"Caminante dentro. Tiene mi zapato, pero no logró atraparme"

Hecho esto salí de la casa y regresé donde estaba mi padre. Entré por la ventana la cual fue por la que había salido, y dejé el pudding en la mesa. Regresé a la sala donde encontré a mi padre en el mismo estado antes de que me fuera.

No le di importancia y volví a la cocina, donde había dejado el pudding.

Al entrar, no podía creer que me sentía realmente feliz de ver a la persona que apareció frente a mis ojos.

—Allyson...

No me abandones: Los iniciosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora