Cuando sus padres no le dejan más remedio que conseguirse un empleo para ganar dinero, la Sra. Kim le abre las puertas de su casa para que se haga cargo de cuidar a sus hijos por una paga considerable y Minseok, a sus trece años recién cumplidos, nu...
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🐹❤🐻
En su primera semana como niñero de los Kim, Minseok aprendió muchas cosas importantes acerca de cada uno de los miembros de la familia; como que Yeri, quien había insistido demasiado en que la llamase de ese modo, realmente pasaba mucho tiempo fuera de casa, que Nini era su consentido, que JongDae vivía en otro mundo y que JunMyeon era la cosita más tierna existente y por existir sobre el planeta tierra.
Le contaba sus aventuras con los pequeños todos los días a Lu Han en el receso o cuando volvían a casa en el camioncito amarillo, su mejor amigo escuchaba atentamente y asentía, sus ojitos brillantes emocionándose con él cada vez que le comentaba algo súper divertido. Y se bajaba rápidamente del autobús cada tarde, apenas teniendo tiempo de despedirse de su amigo agitando la mano porque Lu-Ge, estoy llegando tarde, no puedo dejar a los niños solos en casa.
Y Lu Han jamás se quejaría, pero siempre pegaría su carita al cristal y suspiraría al verlo marchar, porque con el paso de los días, Minseok dejó de esperar a que el autobús doblara en la esquina para poder irse.
Raramente Minseok pasaba por su casa antes de llegar a la de los Kim, Tiffany siempre lo saludaba desde la ventana de la cocina y cuidaba que no se fuera a ningún lugar, al pequeño pelirrojo le fascinaba que su nana se preocupara tanto por él, y que no lo hubiese delatado con Taeyeon todavía también.
Nada más ponía un pie dentro de la casa de al lado y ya tenía a Kim JongIn encima, abriendo y cerrando sus manitas en la espera de un abrazo fuerte porque definitivamente había estado extrañándolo todo el día.
—¡Miseok Hyun! — Gritaba como el consentido que era y Minseok lo recibía entre sus brazos, apretándolo tan fuerte que en ocasiones se quedaba sin aire. — Te estrañé ¿tú?
—Yo te extrañé mucho más, mi pequeño, extrañé — dijo y aprovechó para corregirlo, JongIn estaba creciendo muy rápido; grande y fuerte, pero aparentemente estaba teniendo muchos problemas para hablar, JunMyeon decía que era muy flojo. — Aigo, estás tan pesado — musitó despacio, llevando al morenito consigo hasta el primer peldaño de las escaleras. — ¿Dónde están tus hermanitos?
Nini se encogió de hombros y como por mero instinto, se llevó el meñique a la nariz y sorbió. — Escuela, hoy taller.
—¿Taller?
El morenito se llevó una manita a la barbilla y se la acarició, frotándose muy detenidamente, como si hacerlo lo ayudara a recordar o a pensar en cómo explicar lo que estaba intentando decirle al mayor.
—¡Nota! — Exclamó como si un foquito se hubiera encendido dentro de su cabecita, correteando hasta la cocina y trepándose en una de las sillas para alcanzarle a su Hyung un pedacito de papel y entregárselo educadamente en las manos, su mamá decía que tenía que ser un niño dulce con su niñero.
