III

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Mila

Miércoles. ¿Adivinen qué? También lo detestaba.

Me subí al bus y, literalmente, estaba LLENO de gente, cada uno con un distinto tipo de olor. Demasiado desagradable.

Estaba muy, pero muy apretada, y tenía las esperanzas de volver a ver al chico de ayer, pero allí encerrada dudaba que eso fuese posible.

Fue una lástima, pero al pasar por la parada en la que lo vi estos dos días, nadie bajó, y yo seguía en el medio, con la axila de una señora en mi cara.

El chico del busWhere stories live. Discover now