Capítulo 7

191 12 1
                                    

Capítulo 7

Mía

Durante los primeros días de esta nueva situación, casi siempre estábamos los cuatro en el hospital. Yo seguía sintiéndome incómoda cuando mi madre se ponía a hablar con Lía y buscaba cualquier excusa para estar saliendo de la habitación constantemente. Algunos de sus amigos habían venido a visitarla, y los que no, me llamaban a diario para saber cómo seguía. Lía es una persona muy conocida y querida, la gente no se podía creer que estuviera en esa situación. Nora se pasaba por allí todas las tardes, aunque nos conocíamos desde hacía casi tanto tiempo como ella y mi hermana, fue en esos días cuando comencé a unirme a ella. Después de que viera a mi hermana, y como no, le dedicara algunas palabras, bajábamos a la cafetería y pasábamos el tiempo charlando.

Hablábamos de todo un poco, recordábamos historias sobre Lía, muchas de ellas haciendo que termináramos riendo a carcajadas a pesar de la situación, me hablaba sobre ella, yo le contaba algunas cosas sobre mí… a los pocos días ya me había dado cuenta por qué era tan amiga de Lía. Eran muy parecidas. Las dos tenían las mismas aficiones, disfrutaban de la vida y tenían ese aura a su alrededor que te invitaba a acercarte. Esperaba con ansias el momento en que ella venía, estar a su lado aligeraba la presión en mi pecho, supongo que era porque me sentía un poco más cerca de mi hermana.

Al cuarto día, decidimos que estar los cuatro todo el día ahí metidos no era bueno para nadie, yo me ofrecí a pasar las noches. Eso haría que no viera a Nora y que prácticamente no viera a Caden ni a mis padres. Pero el resto del tiempo me sentía incómoda con toda esa gente entrando y saliendo de la habitación, hablando con ella como si fuera a contestarles. Así que decidí que si quería estar con mi hermana, ese era el mejor momento.

A pesar de que en el trabajo de mi padre habían sido muy comprensivos, no podía seguir faltando, por lo que él y mi madre irían al hospital por las tardes. Caden había terminado el curso oficialmente, y sólo necesitaba pasar por el instituto donde daba clases un par de horas al día, así que él sería quien estuviera por las mañanas.

Me sorprendía bastante la facilidad con la que habíamos conseguido organizar nuestras vidas para que alguien estuviera con Lía en todo momento. Como si el destino hubiera elegido el momento oportuno para el accidente.

-¿Estás segura de pasar aquí toda la noche? Si quieres puedo quedarme yo.

La voz de mi madre me devuelve al presente, son casi las diez de las noche, acabo de volver al hospital después de estar casi toda la tarde en mi casa.

-No pasa nada mamá, de verdad. Me he traído  para leer. Y si me entra sueño ese sillón es bastante cómodo para dormir.

-Llámanos si pasa cualquier cosa.

-No te preocupes, te llamaré si pasa algo. Márchense ya y descansen. Os quiero.

-Te quiero mucho.

Se acercan a mi hermana y ambos besan su mejilla, luego, un poco reticentes, por fin se marchan y me quedo yo sola  con mi hermana.

La habitación está en completo silencio, aunque desde la puerta cerrada se escuchan sonidos de pasos y las voces amortiguadas de enfermeros y médicos. Me acerco a mi hermana y me quedo a su lado, mirándola. Noto su respiración un poco acelerada, su pecho subiendo y bajando un poco rápido, pero considero que no es nada fuera de lo normal y decido no avisar a nadie.

Estiro la mano y acaricio su mejilla, es la primera vez que la toco desde ese primer día cuando le tomé la mano. Quiero hablarle y decirle mil cosas, llenar el silencio que se siente agobiante. Pero las palabras no salen, no han salido antes y sé que tampoco saldrán ahora. Sólo espero que si de verdad nos escucha, sepa perdonarme cuando despierte. Dejo su mejilla y bajo mi mano hasta la suya, sigue fría y es algo tan extraño e incómodo que soy incapaz de soltarla. Como ese primer día, siento un ansia irrefrenable de calentaras, de sostenerla entre las mías hasta que estén en su estado habitual.

DestinosWhere stories live. Discover now