Al otro día no tenía el entusiasmo de levantarme e ir a clases. Era agotador hacer todas las mañanas la misma rutina. Era monótono.
Simplemente estire mi brazo y apague la alarma para seguir durmiendo.
2 horas después estaba en la cocina completamente a solas desayunando.
Sonreí al sentir que mi hermano se había quedado en casa para cuidarme, pero en realidad lo había hecho por que era un flojo de primera, y simplemente aprovechaba cualquier oportunidad para dejar correr la jornada escolar sin él.
Venía bajando las escaleras con el pelo sumamente enredado y desordenado, un ojo abierto y el otro cerrado y creo que aún no se cepillaba los dientes.
-Hola- dijo y pasó por mi lado para tomar un vaso y llenarlo con jugo.
-Hola-le respondí – te ves de muerte – comenté.
-Dime algo que no sepa – reí.
-Eres un idiota.
-Gracias por tu aporte.
Rodeó la isla de la cocina y se sentó frente a mí.
Mi hermano era especial para mí en muchos sentidos. Siempre que me enfermaba se preocupaba y se quedaba conmigo. Me ayudaba con mis trabajos ya que el iba un grado mas arriba. Nos defendíamos mutuamente.
A veces recordaba la estúpida razón por la cuál Nicol había terminado con Erick y la encontraba ridícula. Un día se me acerco y me dijo <<dile a tu hermano que terminamos, creo que es demasiado anormal para estar conmigo>>.
Mi hermano no era anormal, lo único que le encontraba raro era que tenía “Heterocromía” en los ojos. Eso no era una anomalía, y por culpa de eso había sufrido 7 meses de acoso escolar.
Llegaba a casa lloriqueando y se encerraba en su habitación. Papá siempre intentaba hablar con él, pero nunca le abría la puerta. En cambio, cuando yo lo hacía, me abría inmediatamente y nos encerrábamos a conversar por largo tiempo.
Ahora ese muchachito llorón y tímido, se había convertido en alguien fuerte, pero igual seguía siendo un completo idiota.
Ya eran las 3 de la tarde y mi nivel de pereza no había bajado, al contrario, había aumentado el doble. Mi hermano estaba en su habitación viendo una película y yo en la mía, ¿haciendo que? Nada.
Me levanté de la cama y fui a la ventana. Mi habitación estaba en la parte posterior del segundo piso, o sea que podía observar el patio y entretenerme viendo como jugaban los pájaros en nuestra fuente.
Mi celular comenzó a sonar con la canción –“Wake me up”- Avicii-. Fui por el y lo tomé para atender.
-¿Bueno? – dije, número desconocido.
-¿Sophie?
-Sí, ¿Quién eres? – pregunté.
-¿Cómo estás? – dijo ignorando totalmente mi pregunta
-Bien, pero en serio ¿Quién eres?
-No importa, sólo llamaba para saber que estabas bien y, gracias al cielo y al infierno, lo estás.
-Vale, pero dime quién eres. – demandé, no podías llamarme, no darme tu nombre y comenzar a hacer preguntas.
-Agh, ¡eso qué! – dijo exasperado, por que por lo menos reconocí que era un hombre.
-Bueno, tengo derecho de saber.
-No, no lo tienes – dijo y colgó.
Extrañada miré el celular y lo dejé sobre mi mesita de noche.
-Soph, vamos a comer. –dijo mi hermano entrando sin tocar.
-Vale, ya voy – tomé una liga y me até el cabello en una coleta baja.
Al llegar abajo, Keith, Erick y Elena, mi madre, estaban sentados a la mesa con las caras un poco serias.
-Provecho- dije, ya habían comenzado sin mí.
Miré mi plato y se me fueron los deseos de comer, no quería probar un solo bocado de budín de calabaza, puaj, lo odiaba de por vida.
Simplemente me mantuve callada, y bebí de mi vaso de jugo.
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¿Eres un demonio? [Pausada indefinidamente.]
Teen Fiction— ¿Quieres conocer a Coltrane D'agosto? Sólo lee.