Capítulo 38

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-Evan…

-No, Eli, calla.

Subimos por las escaleras a toda prisa, me dolían los pies. Por el amor de Dios. ¡Llevaba talones de aguja! Y encima, él me cogía muy fuerte de la muñeca.

-Evan me duele…

Él no dijo nada y siguió subiendo. Al llegar arriba se dirigió hacia la derecha. El pasillo era muy ancho y había muchas puertas. Deduje que eran habitaciones ya que en la mitad de ellas ponía reservado. Y algunas tenían colgadas corbatas en la puerta. ¿Qué coño era eso? ¿Un hotel barato?

Evan se paró en frente de una puerta que ponía “Reservado”. Lo miré extrañada. Abrió la puerta. Ni siquiera estaba cerrado con llave.

Cuando entramos pude ver frente mío la habitación más grande que había visto. En el centro había una cama enorme, de esas antiguas. Al fondo, había una mesa de madera, y al otro lado un armario que por lo menos era como mi habitación de grande. Y frente la cama, al otro lado de la habitación había un sofá que parecía sacado de una película de los años ochenta.

La decoración también era antigua. Las paredes recubiertas de papel con estampados de flores de un tono apagado, y en el suelo una alfombra que ocupaba más de la mitad de la habitación.

Pasé y me quité los zapatos. Ande adolorida por encima de la alfombra que era muy suave y mis pies pudieron descansar. Me mantuve lejos de la cama.

-¿Cómo has percatado de lo de Harry?

Evan no dijo nada, se dirigió al otro lado de la habitación, dónde había un pequeño armario. Al abrirlo vi que era una pequeña nevera. De ella sacó dos copas y un vino. Lo vertió en ellas y se acercó para entregarme una. Al coger una copa vi que mi muñeca estaba roja. Él también se percató.  

-Lo siento por eso. –dijo mirando mi muñeca- ¿Lo de ese chico? –bebió un sorbo- Bueno, el día aquel que fui a tu casa, me pareció muy extraño que estuviera todo el rato con nosotros. Quiero decir, si él era el rollo de tu prima, ¿Por qué no nos dejaba intimidad? Además, se te notaba en la mirada que él te gustaba. Pero no le quise hacer caso a mis pensamientos y lo dejé estar. Después, el día que te traje el regalo, cuando llegué vi a un coche aparcado en frente de tu casa, no le presté atención, hasta que al salir vi que dentro del coche estaba él. ¿Qué hacia ahí si tú estabas sola? Pero cuando vi que tu mirada estaba apagada supe que tenía que ver con él. Por eso te di el beso antes de irme. –bebió otro sorbo y al acabar me dirigió una media sonrisa- Cuando me dijiste que sí a salir conmigo, todo eso se me fue de la cabeza. Pensé que eso no podía ser, porque tú no eras de esa clase de chicas que un día esta con uno y al cabo de poco con otro. Pero cuando las chicas te enseñaron esas imágenes te pusiste rara de repente. Pensé que tenía algo que ver con tu prima y él. Quería confiar en ti. 

Empezó a caminar por la habitación y se sentó en el sofá. Me hizo un gesto para que me sentase a su lado, pero no lo hice. Me sentía incómoda.

-El caso, es que hoy, cuando te he dicho lo de esa chica. Sabía exactamente quien eran. Solo quería ver tu reacción. Ha sido extraña porque te has reído pero luego te has quedado sin expresión en el rostro. Y cuando hemos cambiado de posición él no dejaba de mirarnos. De hecho, ha habido un momento que le he leído en los labios “Ella es mía”. Y ahí, lo he sabido. Y cuando ha dicho antes toda esa mierda, sabía que te habías derretido por él.

Evan bebió sin dejar de mirarme a los ojos. Ese no era el chico con el que había pasado estos días. No era el mismo chico que había conocido al principio. Quise huir, pero no lo hice. Bebí de mi copa y después me lamí los labios.

-No quería que me dejaras de lado si sabías que tenía algo con él.

-¿Actualmente lo tienes?

-No.

-¿Pues entonces, por qué no me lo contaste en aquel momento que fui a visitarte?

-Ya te lo he dicho. Miedo a perder lo que teníamos.

-¿Qué era exactamente lo que “teníamos”? ¿O qué era para ti?

-Amistad. –no dudé en decir.

Levantó las cejas.

-Entonces…¿Cuándo me dijiste que sí, también sentías amistad?

Me dirigí hacia la mesa. Y me apoyé en ella. Era el sitio más lejano de la cama y de él.

-Evan siempre me has gustado, quería intentarlo.

Evan dejó la copa en el respaldo del sofá y se acercó a mí. Yo temí lo peor.

-Creo que eres el ser más bello que hay en este mundo. –dijo a escasos metros de mí- Y eres mía, no suya.

Eso me dolió. Estaba equivocado. Des de el día en la cafetería fui suya. E iba a seguir siendo así. Pero me había portado mal con Evan y lo tenía que pagar.

-Dilo. –dijo acariciándome el rostro.

-Evan, no puedo decir eso. –dije asustada.

-¿Por qué? –empezó a besarme el cuello.

-Porque yo aún no lo siento así.

-Pues mentalízate que va a ser así. Al menos, voy a hacerte mía esta noche.

Me paralicé entera y tragué de mala gana. El corazón me dejó de latir, y por dentro lloraba. No quería perder la virginidad con Evan, no era lo que esperaba. Mi cuerpo me pedía a gritos salir de ahí. Sabía que podía decirle que no a Evan, que me podía ir. Pero yo estaba con Evan, y lo correcto era quedarme con él. Era mi pareja, y no podía arrastrar a más gente a mi inseguridad. Me había equivocado diciéndole que sí, pero eso era mi error. No el de Evan, él estaba feliz al tenerme a su lado. Y ahora yo era su pareja. No podía decepcionarlo. Había jugado demasiado tiempo con sus sentimientos. Y ahora tenía que cumplir. Estaba decepcionado y frustrado por mis sentimientos hacia Harry. Y yo lo entendía porque yo me sentí igual cuando pensé que Harry quería a otra y a mi me utilizaba. Aunque no fue así. Pero yo sentí lo que debía sentir Evan en esos momentos y no quería que se sintiera así. No podía pensar en Harry. Pero, ¿por qué sentía que al que engañaba era a Harry y no a Evan?

-De acuerdo. –dije finalmente cerrando los ojos.

Sentí los labios de Evan sobre los míos. Y recordé lo que era sentir los labios de Harry. Respiré hondo para olvidarme. Evan posó sus labios en mi cuello y sin ninguna delicadeza me mordió. Eso me dolió.

-Duele Evan.

No me hizo caso. Sus manos recorrían mi cuerpo pero no como lo hacía Harry. Harry con solo tocarme me prendía. Evan hacía que yo quisiera salir corriendo de ahí porque lo hacía con bastante rudeza. O yo era la primera o Evan para el sexo era duro.

Me cogió de la cintura y me dejó caer encima de la mesa. Me quejé y él sonrió pensándose que había sido un gemido.

-Voy a ser tu primero, nena. Y vas a recordarlo toda tu vida. –dijo antes de besarme.

Yo me retorcí. Quise separarme de él ya que eso estaba siendo una mala idea. Pero me mordió el labio para que no me separara y noté que me estaba saliendo sangre de los labios. Me asusté y conseguí zafarme.

-¡Evan esto no me va! Me estás haciendo daño.

-Puede que no te guste, a mi tampoco al principio, pero no esta tan mal.

Una vez dicho eso, me lamió el labio. Yo iba a vomitar, pero no tenía otra opción. Evan se acomodó entre mis piernas y empezó a darme pequeños besos y mordiscos des de la barbilla al cuello.

Se suponía que eso me tenía que poner cachonda, pero estaba sucediendo todo lo contrario. Yo no dejaba de recordar los labios de Harry encima de mi piel, no dejaba de pensar en sus manos recorriendo mi cuerpo con dulzura, no dejaba de pensar en lo que me hacía sentir. Una lágrima rodó por mi rostro. No quería eso, no quería a Evan, no quería que él fuese mi primera vez. Pero no iba a hacer nada, porque me sentía débil.

Déjame Amarte.Where stories live. Discover now