14. Me das asco.

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Dos días después...

Narra Hélade

Al fin mi hermano había aceptado que me dejaran salir del hospital, a las seis de la tarde, pero lo había aceptado. Era totalmente innecesario permanecer el día de ayer, pero él había insistido y yo no me había negado. Al fin y al cabo así podría mejorar mi aspecto aunque solo fuera un poco antes de volver a la vida normal. No es que esté perfecta, obviamente que tengo marcas de los golpes de ese bastardo por todo el cuerpo, pero al menos no se ven tan mal como el primer día.
Me habían contado cómo tras descubrir lo que me había pasado, gracias a Alex, fueron a la policía y tan solo un hombre tuvo el valor de meterse con la mafia. Para su desgracia no había conseguido salir de allí, me sentía mal por eso, pero gracias a él yo estaba bien. Tendría que ir a visitar su tumba si alguna vez encontraban el cuerpo...

Estábamos llegando a mi departamento, la música sonaba por todo el coche haciéndome ir a un lugar totalmente alejado del mundo real. El coche se detuvo y miré a mi hermano. Él me sonreía.

-Tengo una sorpresa para ti.-Dijo, arqueé una ceja.

-Me dirás qué no eres mi hermano y que estás enamorado de mi, ¿verdad? Lo sabía. Sabía que este momento llegaría y te pido perdón. Yo estoy jodidamente enamorada de mi pez payaso.-Isma me miró atónito unos segundos y empezó a reírse a carcajadas.

-¡Tú no tienes un pez payaso!-Dijo y volvió a reír.

-Oh. Cierto.-Hice una mueca de fastidio.-¿Y bien?¿Cuál es mi sorpresa?-Dije intentando ocultar la emoción.

-Redoble de tambores...-Fingió que golpeaba unos, le fulminé con la mirada y él sonrió.-Está bien, está bien.-Metió la mano debajo del asiento y sacó un paquete cuadrado. Me lo pasó y fruncí el ceño.

Desenvolví el papel de hello kitty y abrí mi boca con total admiración.

-¡Me has comprado un jodido Samsung Galaxy S7!-Mi voz sonó tan aguda que se tapó los oídos.

-Bueno, perdiste tu móvil en...bueno, no podía dejarte sin whatsAap.-Hizo una mueca y salté sobre él dándole el mayor abrazo de la historia.

-Eres el mejor hermano del mundo.-Besé su mejilla y bajé del coche. Él se fue y yo entré en el apartamento.

Para mi asombro no me encontré con Carol, nisiquiera me encontré con Alex. La persona que estaba sentada en el sofá viendo la tele era ni más ni menos que el chico al que había dicho que le odiaba. El chico que se había acostado con mi mejor amiga y el que no se había preocupado por mí desde que salvé su estúpida vida.

-¿Qué cojones haces aquí?-Pregunté cruzándome de brazos. Al notar mi presencia se puso de pie y me miró con una sonrisa.

-Vine a ver cómo estabas.-Fruncí el ceño. A este paso iban a salirme arrugas. -¿Cómo estás?-Metió las manos en los bolsillos de sus jeans. Llevaba una sudadera sin mangas gris, desabrochada. Dejándome apreciar los magníficos tatuajes en su trabajado cuerpo. Me quedé unos instantes mirando la lengua de tinta que salía de su ombligo, como me gustaría besarle ahí...

Alto. No pienses en eso. Él no te merece.

Cierto.

Él se dio cuenta de que me había quedado embobada mirándole porque sonreía como un idiota cuando volví mi vista hacia sus ojos. Carraspeé.

-Perfectamente. Gracias.-Me di la vuelta para caminar hacia la cocina. Él me siguió.

-¿Y bien?-Preguntó. Lo miré alzando una ceja mientras me servía un vaso de zumo.

~Ángel~Donde viven las historias. Descúbrelo ahora