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Eufórico. Así se encontraba el joven mientras corría por los pasillos con su ropa nueva bien arreglada, castaño cabello perfectamente peinado. Su mochila en sus hombros con nada más que una sola libreta y un par de bolígrafos.

Era su primer día de instituto, estaba feliz por ello y el detalle de que era la primera vez en sus dieciséis años de vida que asistiría a un centro con otros chicos de su edad solo hacía que sus ansias de incrementaran.

El motivo es muy sencillo, Seokjin ha vivido siempre bajo el brazo de Dios. Desde que fue abandonado poco después de nacer en la puerta de un convento se convirtió en el hijo del lugar, cuidado por las monjas.

Eran pocas las veces que salía del lugar y era tan solo para ayudar en las compras y poco más. Se pasaba los días en la soledad de su alejada habitación, haciendo uso de su imaginación para visionar lo que había en el exterior.

Con cada oración pedía a Dios que el mundo fuese tan maravilloso como lo tenía idealizado y no fue hasta estos últimos días en los que procuró hacer su rutina lo mejor posible para contentar a sus madres, la monjas, y que estas le permitieran lo que tanto le negaron, ir a una escuela del exterior junto a otros chicos y chicas.

Se despidió de todas alzando la mano sin mirar atrás siquiera y dio sus primeros pasos fuera de los muros. Sus ojos brillaban mientras analizaba en detalle todo lo que encontraba alrededor del camino que debía seguir para llegar al instituto. Le habían dicho que fuese antes a una tienda que pertenece a unos amigos de la madre superiora, allí se encontraría con el hijo de la familia que le acompañaría a clases.

Le habían dicho que era un chico algo extraño, de esas personas que no compartían su fe en el creador. Confiaron en que el carisma y el encanto de Seokjin pudieran dejar huella en el otro chico.

Le habían dicho muchas cosas a lo largo de su vida, como que las personas del exterior cada vez eran más desentendidas, pecadoras, blasfemas, pero que su deber cristiano era comprender y aceptar el punto de vista de las otras personas por muy diferente que sea del suyo.

Al fin vió la tienda en cuestión y frente a ella alguien de pie. Vestía de oscuros colores, ropa muy holgada y pisoteaba el suelo nervioso. Segundos de tensión cuando sus miradas se encontraron, con el corazón a mil se había plantado sonriente frente al oscuro chico quien le miraba serio o más bien inexpresivo.

Le sorprendió que el chico fuese más alto que él pues los dueños de la tienda, los padres del chico, no eran precisamente altos, pero a pesar de tales proporciones lo último que sentía era miedo hacia él.

-Hola, encantado de conocerte. Eres el chico que me va a acompañar al instituto, ¿cierto?

El castaño recorrió el cuerpo menor por completo como verificando quién era él y si debía hablar con él. Seokjin solo mantuvo su tierna sonrisa sin mostrar sus dientes. Estaba fingiendo, y luego pediría perdón a Dios por hacerlo, pero no podía evitar sentirse incómodo. Le preocupaba la tensión en la mandíbula ajena y en las grandes manos también, pues estas sujetaban el borde del gran pullover azul con fuerza algo anormal. También estaba el hecho de que se estaba estrenando en eso de tener amigos y no sabía qué decir o hacer. Decidió ser él mismo y actuar espontáneamente. Improvisar.

-Sí... Llegas tarde, vamos.

El menor susurró un lo siento que no fue escuchado y siguió al chico que había empezado a andar sin siquiera presentarse debidamente.

Era un chico curioso, atraía la atención de Seokjin sin motivo. Tenía la escusa perfecta, la novedad del mundo, para observar al detalle al chico delante de él. El bajo de sus pantalones siendo destrozados con cada paso pues los pantalones eran tan largos que caían hasta cubrir el talón de sus pies, subió su mirada hasta la cintura, suponía que era estrecha pero las prendas no le permitían asegurarse, incluso siendo cubierto por el pullover se podía notar el relieve del trasero, siguió subiendo por las ondulaciones del pullover en su espalda, sus anchos hombros atrajeron su atención y fue ahí que se dió cuenta de que no llevaba mochila, se maravilló mirando el hermoso cabello castaño siendo despeinado con el viento.

Pediría perdón también por admirar de esa manera a otra persona, pero Seokjin agradecía y alababa a Dios por su hermosa creación. Por algún motivo le parecía más magnífico el cuerpo masculino que el femenino.

-Así que tú eres el monje...

La grave voz del mayor provocó que se interrumpiese su respiración y tropezó consigo mismo recuperando el equilibrio pronto.

-Yo no soy monje. ¿Te han dicho eso tus padres?

-Ellos no me hablaron de ti, solo dijeron que te cuidase.

Respondió con un "mmh" y dio un par de pasos para situarse a la altura del chico. Sus miradas se volvieron a unir.

-¿De qué me tienes que cuidar?

-De mi...

Eso le confundió mucho y su cara era un poema que el mayor entendió.

-Mis padres temen que pueda contaminante con mi forma de ser.

-Eso estúpido. No pareces un mal chico... ¿Cómo era tu nombre?

-Namjoon, Kim Namjoon... ¿Y el tuyo?

-Seokjin.

Namjoon esperó que terminase de presentarse, faltando su apellido, pero Seokjin ya había terminado porque las monjas no le dijeron ningún apellido. Tan solo le llamaron "Seokjin".

-Tienes pinta de ser muy santo, ¿estas listo para lo que te puedas encontrar en el instituto?

-Namjoon, soy cristiano no idiota. Ya me han dicho que la juventud actual no tiene intención de sujetar la mano de Dios, pero no por ello voy a escandalizarme.

Se equivocó y mucho, pues tan pronto como entraron al instituto y avanzaron por los pasillos Seokjin se encontraba alarmado sudando frío. Nunca había visto a tantas personas pecar tanto, se había encontrado con todo aquello opuesto a sus principios religiosos y Namjoon se reía de él en su cara.

Namjoon paró al lado de una puerta y le indicó que entrase a su clase. Iba a hacerlo pero se detuvo cuando el mayor dio media vuelta y empezó a alejarse.

-Ey, ¿no vas a entrar a la clase?

-Claro que no, yo solo debía acompañarte y recogerte.

-P-pero eso no está bien. ¿Tus padres saben que faltas a tus clases?

El castaño de acercó abruptamente a él quedando a escasos centímetros. Se había enfadado con él por ser tan entrometido y quizá sí que lo era pero no había ni pizca de mala intención en las palabras de Seokjin.

-Ni se te ocurra decirles nada, ¿has oído bien? No te metas en mis asuntos... Adiós.

Volvió a marcharse esta vez más rápido y con clara molestia pisando fuerte y ruidoso.

Seokjin no quería llevarse mal con Namjoon, mucho menos causarle problemas familiares.

Y segundos más tarde ya había encontrado un tercer motivo para disculparse con Dios en tan solo unas horas, pues había hecho mal en no ingresar a su clase y seguir al mayor por los pasillos.




"Mirad bien, no sea que alguno deje de alcanzar la gracia de Dios; que brotando alguna raíz de amargura, os estorbe, y por ella muchos sean contaminados"
(Hebreos 12:15)

Disillusion [ 남진 ] Mini-fic ( 1ª temporada )Where stories live. Discover now