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  Me di la satisfacción de estar todo el día en la cama. Si, se que estar en la otra punta del mundo amerita estar fuera y conocer, pero ese día no tenía ganas.

  Escuché que tocaron la puerta y me dispuse a abrirla, poniéndome mis ridículas pantuflas de unicornios que me había dado Leo en navidad, pero en cuanto abrí la puerta me arrepentí de inmediato:

-UPS, no llegué en buen momento-

-No importa...pensé que no vendrías, después de lo de anoche, no creí...-

-no importa...¿puedo pasar?-

-Adelante Jeremiah- le abrí la puerta y el entró, aunque abrió los ojos en cuanto vio el desorden que había: cosméticos de Alisson por todas partes, ahhh, y un brasier (de la misma sujeta en cuestión) -Perdón- dije y me apresuré a guardar lo que pude.

-No te preocupes, pensé que mi cuarto era un desorden, pero...obviamente esta hermoso en comparación del tuyo- se burló y a mi se me salió una risita.

-Si tu dices- seguí guardando cosas y el me detuvo el brazo.

-Aún lo conservas- dijo con la mirada seria, sacando la fina cadenita de su cuello, yo hice lo mismo.

-Después de todo...tenía que aferrarme a algo- sonreí.

-Ven, te tengo que mostrar algo, y verás que no tienes que dejar tu pasión- exclamó animadísimo.

-Jeremiah...no puedo volver a tocar...mi mano ya no sirve, de echo, me daría lo mismo si me la cortaran- respondí sin darle importancia.

-No importa, arréglate, pero lleva algo con lo que puedas andar cómoda- dijo y salió inmediatamente de la habitación.

   Esto estaba raro, pero igualmente obedecí: pantalones de mezclilla de cintura alta, junto con un top  que decía "So I'm not gonna spend anymore mascara on you" y unos tenis x que me encontré. Me apliqué un poco de maquillaje, pero eso si, me maquillé bien las cejas, con tal de que no se me vieran rebanadas, y listo, salí.

-Lindo, para ser solo en 15 minutos contados, lindo- exclamó y me ofreció el brazo. Cerré la puerta de la habitación.

-No gracias, si puedo caminar sola- respondí y caminamos hasta la entrada del hotel, pero después de allí el me guio.

  Caminamos por aquí, por allá, y aún así, me sentía segura, sabía que no me podía perder. Jamás como en el bosque, jamás porque Jeremiah estaba a mi lado.

  Llegamos a un punto en que el me vendó los ojos y me guío con su voz...y finalmente llegamos a nuestro destino: LA ESCUELA DE MÚSICA DE ÁMSTERDAM, un edificio echo de roble rojo, hermosos ventanales y una perfección que daban ganas de llorar.

   Me dirigió a una de las salas, dentro de un infinito laberinto de escaleras, salones, auditorios y pasillos, hasta que llegamos a una sala de ensayos, como los Cubículos en la Facu. de Música.

-Bonito ¿no?- dijo mientras se dirigía hacia una esquina del salón.

-Es perfecto...pero¿ por qué estoy aquí?- pregunté mientras me sentaba en una silla.

-Me enteré que habías dejado tu viola, y en cuanto vi los carteles...bueno, esa viola es mía- respondió sacando un estuche de un cajón...lo reconocí: la viola que me había dado mi madre -tal vez no llevé años de practica como los tuyos, pero me esforcé y...bueno, soy un violista actualmente- me quedé boquiabierta.

-¿Enserio?-

-Sip...¿quieres escuchar?- Asentí.

   Tocó una melodía tal vez un poco corta, pero se notaba que estaba haciendo un trabajo excelente. Al finalizar, bajó la viola con delicadeza.

El chico del violín rosaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora