Primera parte

2.4K 13 3
                                    


El mundo que viene


Razones para la ética

Durante buena parte del día vivimos como si nos hubieran dado cuerda: nos levantamos, hacemos cosas porque se las hemos visto hacer a los demás, porque nos lo enseñaron así, porque eso es lo que se espera de nosotros. No hay demasiados momentos conscientes en nuestro día a día, pero de vez en cuando, algo ocurre e interrumpe nuestra somnolencia, nos obliga a pensar: «¿Y ahora qué hago? ¿Le digo que sí o le digo que no? ¿Voy o no voy?». Estas preguntas señalan distintas opciones éticas, nos exigen una buena preparación mental, nos interpelan para que razonemos hasta alcanzar una respuesta deliberada. Tenemos que estar preparados para ser protagonistas de nuestra vida y no comparsas.

La imagen del mundo como un teatro es muy antigua. El filósofo Schopenhauer imaginaba la vida como un escenario, cada uno de nosotros ve entre bambalinas cómo unos personajes hablan, loran, gritan, luchan, se enfrentan y se asocian sobre las tablas. De


pronto, sin previo aviso, una mano nos empuja y nos sorprendemos en el centro del escenario, nos obligan a intervenir en una trama que no conocemos demasiado bien porque hemos legado con la obra comenzada, y tenemos que enterarnos a toda prisa de quiénes son los buenos y los malos, de qué sería conveniente decir, de cuál sería la acción correcta. Decimos nuestro monólogo y antes de enterarnos de cómo acabará todo, nos vuelven a empujar, y nos sacan del escenario, esta vez ni siquiera nos dejan quedarnos entre bambalinas.

Pero no nos pongamos tétricos, no siempre tenemos un papel relevante en la obra. Podemos pasar días actuando como figurantes en escenas pensadas y escritas por otros. Pero hay veces que nos apetece ser protagonistas de nuestra vida, y pensar en las razones por las que actuamos como actuamos. No se trata de vivir de manera muy original ni de hacer cosas muy extravagantes, sino de examinar los motivos por los que actuamos, nuestras metas y si deberíamos buscar objetivos mejores, o cambiar la manera de proceder.

La ética no nos interesa porque nos entregue un


código o un conjunto de leyes que baste con aprender y cumplir para ser buenos y quedarnos descansados con nosotros mismos. Hay una película de los Monty Python en la que Moisés baja del Sinaí con tres tablas de la ley entre los brazos, se detiene ante su pueblo y les habla: «Aquí os traigo los quince mandamientos...», entonces se le resbala una de las tablas, cae al suelo y se rompe, y ahora les dice: «Bueno, los diez mandamientos». Pues la ética no va de aprenderse diez ni quince mandamientos, ni uno o dos códigos de buena conducta. La ética es la práctica de reflexionar sobre lo que vamos a hacer y los motivos por los que vamos a hacerlo.

ÉTICA DE URGENCIADonde viven las historias. Descúbrelo ahora