prólogo

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Midtown Manhattan

New York, Estados Unidos.

19 de agosto del 2015.

El reloj que estaba sobre la mesita de noche marcó las ocho de la mañana y comenzó a emitir un fastidioso sonido. Las gotas de lluvia se estrellaban contra la ventana, iniciando una carrera para llegar al suelo.

Un rayo iluminó el cielo y el trueno que le siguió logró que Camila se levantara de golpe. Odiaba las tormentas.

Se frotó los ojos y presionó el botón que apagaba la alarma. Una sensación desagradable le recorrió la espalda cuando sus pies descalzos entraron en contacto con el piso frío y suspiró pesadamente.

Había quedado con su novia para desayunar en el café que se encontraba a unas pocas cuadras de su edificio, pero el clima la tentaba a llamar para cancelarlo y correr a refugiarse en el calor que le proporcionaba su cama. Llevaban 4 años saliendo, faltar a una cita por primera vez no haría mucha diferencia.

Pero ella no lo haría, porque Hailee ya había cancelado otras veces y esta sería la primera vez en meses que harían algo juntas. Esa fue su motivación para salir de la cama y meterse en el baño a la velocidad de la luz.

A 7 minutos de donde ella se encontraba, Lauren Jauregui caminaba rápidamente por las calles de la ciudad mientras trataba de ignorar las gotas de agua helada que poco a poco le arrebataban el calor corporal. No había pegado ojo en toda la noche y el clima era terrible, pero nisiquiera un tsunami podría impediría que ella llegara a reunirse con una de las personas más importantes de su vida.

El semaforo cambió a rojo y se cruzó de brazos viendo como los autos avanzaban. Tal vez la posibilidad de ser atropellada haría que se retrasara un poco.

Sacó su celular y revisó sus mensajes. Lo último que le había dicho a su madre era que estaría en The Blue Bottle a las nueve de la mañana esperandola. Su hermano le había dicho que ese sería un buen lugar para encontrarse con ella y se sorprendió cuando buscó en Google la dirección, quedaba algo lejos de su casa, pero bastante cerca de Le Pain Quotidien, lugar que solía frecuentar, y nunca antes había oído de aquel café.

Los autos se detuvieron y la luz pasó de rojo a verde, permitiendo que Lauren pudiera cruzar la calle y seguir con su camino. Observó el pequeño reloj que llevaba en la muñeca derecha sus pies comenzaron a andar más rápido, le faltaban tan solo unas cuadras así que podía permitirse ir a un paso normal, pero no quería ser la última en llegar. Se suponía que se iban a ver para arreglar las cosas, y dejar a su madre esperando no ayudaría mucho.

Justo en ese momento, Lauren pasó frente a un insignificante edificio color gris.

Siempre pasamos junto a centros comerciales, paradas, parques, edificios, escuelas, cafeterías y tiendas sin darnos cuenta de que estamos rodeados de miles de mundos diferentes. Personas que no conocemos que están junto a nosotros y que nunca llegaremos a conocer. Secretos que jamás sabremos, tristezas de las que nunca conoceremos el motivo, vidas diferentes reunidas en un sitio que lo único que tienen en común es estar ahí, en ese momento. Y luego cada quien sigue con su mundo, costruyendo su vida, sin pensar ni por un momento qué habría pasado si hubieramos entablado una conversación con esa persona o si hubiera sido importante en nuestra vida.

Lauren Jauregui pasó frente al edificio gris mientras que en el piso nueve Camila Cabello se arreglaba para su cita, y ninguna de las dos se imaginaba lo mucho que conocerse influiría en sus vidas.

Camila le echó un último vistazo a su reflejo, comprobando que estuviera todo en orden y sonrió con la esperanza de impresionar a su novia. Pantalones ajustados negros, un sweater blanco con rayas del mismo color de sus jeans y sus fieles converse. Se había maquillado sólo un poco y se había dejado el cabello suelto.

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