El Sueño

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Ya entrada la noche Eric se encontraba recostado en su cama sin poder conciliar el sueño, a causa de las palabras del anciano.

»- A qué se refería al decir que yo soy la solución de ambos-pensaba-. Tal vez estén planeando secuestrarme entre la dichosa Sombra y el anciano para sacrificarme. Me van a matar y nadie sabrá donde estoy, se olvidaran de mí, moriré solo. Me darán como ofrenda a la bruja para que ella los salve. Esos dos son unos egoístas desalmados. Quieren matarme.

Mientras más pensaba, él mismo se asombraba de lo sangriento y cruel que podría ser su destino y de tanto darle vueltas al asunto término agotado y minutos después estaba roncando como un oso de las montañas. Pero su perturbación no termino ahí, también invadió sus sueños.

»En el sueño de Eric era de noche, todos estaba completamente oscuro; lo único que iluminaba el espeso bosque era la luna menguante y una estrella, la única en el firmamento, que brillaba en todo su esplendor envuelta por la luna. Sus ropas estaban sucias. El lugar estaba solitario, y a lo lejos se comenzó a oír el sonido de un búho. Se volvió hacia el lugar de donde provenía el ruido y se llevó un gran susto al ver frente al él, a tan solo unos centímetros de distancia, la figura de un hombre alto, tez blanca que contrastaba con el negro azabache de su larga cabellera, labios rojos como la granada y una mirada sombría, de hecho, todo su aspecto era sombrío, pero muy especialmente su mirada, llena de desesperanza y tristeza.

»Pero lo que impacto realmente a Eric fueron sus pies, no específicamente sus pies, porque en realidad estos no tenían nada de asombroso. Lo asombroso eran los pesados grilletes que llevaba atados a sus tobillos como si fuese un prisionero.

»- ¡Ayúdame! - exclamo el hombre, una lagrima de sangre rodo por su mejilla derecha y se desvaneció rápidamente perdiéndose entre el bosque.

Eric se despertó agitado, sudando. Por de alguna extraña manera, comprendiendo su sueño. Un sueño para cualquiera perturbador, se había convertido en su respuesta o al menos parte de ella. Tenía que volver a hablar con el Cuenta Cuentos, él lo sabía todo o al menos eso había dicho.

A la mañana siguiente, muy temprano, Eric se encontraba frente al pórtico del viejo Tobías, aguardándolo, a él y a sus respuestas.

- Así que ya lo has descubierto - dijo Tobías. Eric se volvió para mirarlo de frente.

- No del todo, por eso he venido con usted, necesito comprenderlo todo.

Eric le conto su sueño y este lo escucho con una especial atención.

- Él ha ido a buscarte - dijo cuando Eric concluyo su relato-. Está más claro que el agua, quiere que lo ayudes.

- ¿Enserio? - dijo con tono sarcástico - para mí que estaba feliz así. Oiga, tengo siete años, pero no soy un tonto- hizo una pausa y su tono se normalizo -...Pero ¿Cómo?

- Y yo que pensaba que a pesar de tener siete años no eras un tonto - sus palabras provocaron una rabieta en Eric -. Para mí que tú lo sabías todo.

- Hmm, piensa decírmelo o no.

- Es sencillo, tienes que matar a la Bruja Oscura.

- ¡Tengo que matar a la bruja! - exclamó - ¿Y dónde está lo sencillo?, en el que ella me mate a mi primero. ¡¡¡Esta usted loco!!! El simple hecho de intentarlo es suicidio. Tengo siete años.

- Aunque a veces parece que lo olvidas – interrumpió- ¿no es así?

- ¿Y por qué yo?

- Porqué no.

- Tengo siete años.

- Pero no eres como los demás.

- Hay más niños en Ellf que tiene siete años.

- Pero tú eres diferente.

- ¿Por qué insiste con eso de ser diferente?

- Porque tú sabes que es verdad. Porque tú lo sabes todo, igual que yo. Y porque siempre lo has sabido, solo necesitabas que alguien te lo confirmara. Pues bien. Tú, Eric, eres como yo, eres un elegido, pero no estás marcado. Godric si está marcado, tienes que salvarlo si no quieres que sea la perdición de todo Ellf.

Eric estaba dispuesto a matar a la bruja, una fuerza en su interior lo impulsaba, aunque no conocía la razón. Sabía que era lo que tenía que hacer, y lo haría lo más pronto posible.

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