86. Aitana:

7K 696 86
                                    

Madrid, España. 1948


Aitana:

¿Has oído hablar sobre Ícaro?

Ícaro y su padre Dédalo intentaron escapar de una isla con ayuda de unas alas que Dédalo elaboró utilizando plumas y cera.

Dédalo le advirtió a Ícaro que si volase tan cerca del sol, sus alas se derretirían. Es por eso que le ordenó volar a una altura considerable, donde fuese seguro. Sin embargo, no le advirtió que si volase demasiado bajo sus alas rozarían el mar causando que estas se mojaran y le impidiese volar.

Supongo que nuestras familias son como el padre de Ícaro. ¿Entiendes? Tu y yo podemos aspirar a mucho, podemos soñar con volar extremadamente alto pero nuestros padres nos están deteniendo durante el vuelo. Tienen miedo que si volamos demasiado alto pudiésemos arder. Intentan mantenernos a salvo. Lo que ellos no saben es que estamos volando por lo bajo, y desgraciadamente nuestras alas se han mojado, tenemos suerte de no habernos roto ya.

No quiero quedarme de brazos cruzados para despertar un día y descubrir que estoy bajo las profundidades del mar, solo porque no fui hábil y mis alas se empaparon con mis decisiones.

No quiero que lo hagas tu tampoco.

Así que me iré.

No soy buena persona, Aitana; tampoco soy aquel príncipe que tu esperabas. Suelo cometer errores y difícilmente los reparo.

Me cuestiono sobre la vida.

Me cuestiono sobre mi futuro.

Probablemente estoy arruinado y puedo ver mi futuro como un panorama en negro.

No estoy seguro de que haré, a donde iré, o si seré una mejor persona.

Solo estoy seguro de una cosa: de ti.

Podré no conocerte, no haberte tenido frente a mí. Aun así, siento una necesidad tremenda por salvarte. Salvarnos.

Y si para eso tengo que comenzar de cero, de volar por lo bajo para poco a poco elevarme, lo haré.

Podemos hacerlo.

Por fin sabrás lo que se siente volar con libertad y sin miedo de arder o ahogarte.

Sabrás sobre la vida.

Sabrás sobre el amor.

Sabrás todo acerca de ti misma.

Por eso, en cuanto recibas esta carta estaré esperándote del otro lado del jardín.

Porque fui lo suficientemente veloz para esconderme antes de que abrieses la puerta y recogieras el sobre.

Fui lo suficientemente inteligente para venir hasta aquí.

Y también, fui la persona más sabia al momento de robar la correspondencia de mi hermano.

No me arrepiento de nada.

Espero tu tampoco lo hagas princesa.

Espero que ninguno de los dos lo haga.


Atentamente, tú no príncipe...


Tadeo



FIN.

Un príncipe sin título de noblezaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora