Antigio - Capítulo XIV (14)

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XIV

Durante la noche soñé con Philippe. Me resultó muy curioso porque nunca le había visto y tampoco me habían descrito su rostro pero ese detalle no parecía importar mucho. Fui capaz de ver sus ojos pero no el contorno, su cabello pero no su color, sus cejas pero no su forma. No sabía nada de él, ni de su familia, ni de sus amigos, ni de sus costumbres pero eso no me impidió soñar con él. Tristeza, decepción, amargura… fracaso. Los sentimientos me atormentaban y la impotencia flaqueaba mis músculos imposibilitando cualquier reacción positiva por mi parte. Lo que más me atosigaba, era saber que no me sentía así por la muerte de un ser humano  sino por la vanidosa y egoísta sensación de haber sido derrotado. Ya no había más pistas que seguir y los hombres de Pierre se ocuparían del caso a su manera. Utilizando a las personas como cebo…vivo.

            El reloj marcaba las ocho en punto y a pesar de que llevaba más de media hora despierto, no me apetecía levantarme de la cama. ¿Para qué? Ayer, tras llegar al hotel después de todo el alboroto, me senté frene al ordenador del hotel para distraerme. Eduardo subió a su habitación sin cenar, acompañado por una botella de whisky mientras Emma se quedó en el bar del hotel bebiendo una cerveza a solas. Ella sí quería celebrar la captura de “Zeus” a sabiendas que los crímenes continuarían.

            Le di in par de vueltas al ratón, rodeando el icono “Mi PC”, entré en el explorador, tecleé unas letras sin sentido y las borré; no se trataba de investigar sólo pretendía distraerme. Al principio consulte el estado del tiempo en la región de Murcia para ver que me esperaría al regresar y luego, leí el periódico para ponerme al día. Finalmente me entró curiosidad por el parque que atravesamos con el coche; pensé que no estaría mal saber el nombre del lugar en donde actuamos como unos vándalos.

            Se llamaba “Parque de los Bastiones”. Un parque muy frecuentado tanto por las familias suizas, como por visitantes de otros países. Le verdad es que tuvimos mucha suerte en no atropellar a alguien. En el parque, se erguía el Muro de los Reformadores. Parte de él fue construido con restos de las antiguas murallas que protegían a la ciudad y que fueron levantadas en el siglo dieciséis. El monumento, fue inaugurado en 1909 y está formado por una pared de piedra grabada y adornada con bajorrelieves. En ellos, se erigieron las estatuas de los guardianes de La Reforma. Mientras seguía leyendo, el desanimo volvió a poseerme. Dejé de teclear y me dirigí hacia el bar para despedirme de Emma pero al verla agazapada sobre un vaso de cerveza, decidí acostarme sin decir nada. 

Me acordé de lo incomodo que me sentí al alejarme del bar y del desagradable sentimiento de apatía por parte de Emma. Hice un intento de levantarme de la cama pero mi cuerpo no respondía. ¿Qué sentido tenía? No había prisa…

*

            Las nueve menos veinte y seguía sin tener intención de levantarme. Tumbado en la cama, esperaba que alguno de mis compañeros me llamara pero el tiempo transcurría sin que eso sucediera. Finalmente me levanté, me duché y me puse la ropa de paisano una vez más. Ya no me encontraba cómodo con la sotana además, ahora mismo no me sentía lo suficientemente fuerte para suportar la responsabilidad que iba inherente a ella.

            Bajé y me dirigí al comedor para ver si aún servían desayunos y también para reunirme con los demás; si es que bajaron a desayunar. Mientras cruzaba el vestíbulo, el recepcionista me llamó.

            - ¡Señor! Por favor…

            Me acerqué a la recepción sin dejar de mirar a mí alrededor. Di una vuelta completa para cerciorarme que se estaba dirigiendo a mí y me señalé levantando los hombros.

            - ¡Sí señor! Por favor… Aquí…

            Con paso firme me acerqué a la recepción e intenté hablar con el recepcionista.

AntigioWhere stories live. Discover now