Capítulo 5 - Gracias Christopher

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Me siento en uno de los sofás más retirados de él y lo miro mientras mantengo mi cerveza en la mano.

— se nota de lejos que vienes de una familia adinerada ¿Qué haces dando clases en una academia de baile? — pregunto mientras cruzo las piernas y lo miro con curiosidad. Christopher toma asiento en otro sofá y suspira, mientras me observa divertido.

— soy el hijo mayor de un matrimonio ejemplar, un padre malditamente exitoso en los negocios, una madre amorosa, mientras que mi padre quería que yo fuera su legado en algo que la verdad no me interesaba, yo quería ser feliz haciendo algo que si me gustaba.

— ¿Desde hace cuánto bailas? — su risa me hace pensar que está recordando algo gracioso, puesto que no me mira.

— desde los once años. Comencé con ballet en el internado dónde estudié en Francia, y luego poco a poco fui metiendo el baile en mi vida. Fui el centro de burlas por años por eso, pero no me afectaba puesto que era algo que quería.

— así que estudiaste en Francia durante tu niñez. — asiente.

— hasta los dieciocho. Luego vine a Estados Unidos a estudiar administración de empresas, mercadeo y marketing.

— ¿Y cómo es que ahora eres profesor de baile?

— mientras cumplía los caprichos de mi padre, también cumplía los míos. Con el dinero de mi familia pague mi academia de baile en dónde aprendí un poco de todo por seis años.

En eso escucho el timbre de la puerta, lo que me indica que ya el repartidor está aquí. Camino hacia la puerta y con el dinero en mano la abro, el chico me entrega la caja y yo le doy el dinero, cierro la puerta en lo que él da media vuelta para irse y yo me encamino hacia la sala donde está Christopher mirando algo en su teléfono que lo mantiene concentrado.

— iré por unos platos. — digo, llamando su atención.

— ¿Quieres que te ayude con algo? —veo como apaga la pantalla de su teléfono y se levanta mientras lo deja tirado en el sofá, me encojo de hombros en respuesta y sigo caminando hacia la cocina.

— ¿Te parece si saco otras dos cervezas? — asiento, mientras busco entre los cajones de la cocina los platos.

Maldita sea, Dixon volvió a cambiarlos de lugar. Miro hacia los cajones de arriba, los más altos, y a través del vidrio polarizado puedo ver la vajilla común de la casa. Con un poco de esfuerzo comienzo a estirarme para alcanzar los platos pero es inútil porque no logro ni siquiera tocar la pequeña manija de la puerta.

De pronto siento una mano en mi cintura y un enorme cuerpo detrás de mí, haciendo que me paralice e incluso, deje de respirar por un instante. Mantengo siempre mi vista hacia lo que tengo enfrente (que es el salpicadero de la cocina) y aferro mis manos al mesón de manera que no me mueva ni por accidente.

— ¿Por qué ponen los platos tan altos si tú eres tan pequeña? — pregunta, mientras deja los platos a un lado del mesón y cierra la puerta sin tomar distancia de mi.

— me hago la misma pregunta, pero vivo con dos hombres que miden más de 1.80, no creo que tenga muchas opciones a fin de cuentas. — al escuchar el seguro de la pequeña puerta, cierro los ojos y espero paciente a que la fuente de calor que siento junto a mi espalda, se aleje y me permita tomar aire.

— pues entonces será mejor que dejes todo en cajones accesibles para ti. — su mano deja mi cintura y su cuerpo completo se aleja de mi, permitiendome respirar nuevamente. Me giro hacia él y noto un pequeño destello de malicia en sus ojos. — puede ser peligroso para ti el tener cosas tan delicadas fuera de tu alcance.

Mi Profesor De Baile Where stories live. Discover now