prologo

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Jeon Jungkook acababa de cumplir dieciséis años, pero estaba más que enterado de los osos a seguir y cumplir para mantener una vida perfecta.

Sus padres, con mucha disciplina y valores, lo habían educado con excelencia en todos los ámbitos para su desarrollo personal; desde los sociales hasta los religiosos. Sí, la familia Jeon era devota de su grupo religioso. Jamás faltaban a misa los días marcados y cumplían con todos los mandamientos que proponía su propia biblia. Eran creyentes fieles y dignos ante sus principios, pero sobre todo, ante cualquier otra ley que se les pusiera en frente. Por ende desde pequeño le habían quitado libertades y prohibido distintas actividades comunes para cualquier otro niño. Sin embargo sus padres estaban decididos a convertir a su hijo menor en un hombre de clase y sociedad; la representación del legado de la familia Jeon.

Pero este "honor" que hacían llevar al pequeño Jungkook sobre sus hombros no solo se debía a la élite social a la que sus padres pertenecían; había una carga del pasado que tenía rostro y nombre del cual le habían prohibido hablar.

Jeon Myungdae, recordado siempre con diferentes palabras despectivas y cada vez más denigrantes. Este nombre le pertenecía al que alguna vez fue el heredero directo de la familia Jeon, ahora desconocido de su hogar por su falta de vergüenza e inteligencia al tomar decisiones sabiendo que perjudicarían el honor de la familia.

Pero esta vergüenza trataba de perseguir su sueño en ser un artista reconocido en escultura y pintura; muchos distinguían ya sus creaciones preciosas junto al talento nato para las técnicas en óleo y acuarela. Instituciones de renombre en la ciudad ya habían puesto ojos sobre él, expresando que solo necesitaban pulir un poco más para destacar cómo prodigio. Universidades en Europa no dudaron en hacerle llegar becas mientras enviaban personal a Seúl para contactar directamente a Myungdae y así comenzar su carrera.

Lamentablemente el chico había nacido en una familia llena de economistas, médicos e ingenieros de renombre, algo tan subjetivo como el arte y tonterías del mismo estilo eran "mariconadas". Por ningún motivo permitirían que el hijo y futuro heredero del buffet de abogados Jeon pusiera en ridículo el estatus que los miembros con ayuda de Dios habían trabajado tanto para conseguir.

Si el heredero pensaba que así de fácil podría abandonar todo lo que habían construido solo para jugar a las manualidades; sería un riesgo si en algún momento tuviera voz y voto para alguna toma de decisiones.

Al cumplir los dieciocho y sin ningún solo remordimiento en pecho, echaron a Myungdae de la residencia Jeon, sin permitirle sacar sus pertenencias o un solo centavo y a la intemperie del invierno; expulsado de su propio hogar frente a los ojos de su hermanito menor.

Desde ese día y mirando los ojos de Myungdae, Jungkook tenía una sola cosa en mente.

"Jamás me sucederá algo así. Yo seguiré las reglas."

Aquella frase parecía haberse convertido en su propia ley, se lo repetía así mismo cada vez que podía. Obligándose a recordar cientos de veces lo decidido que estaba a no ser la siguiente decepción de sus padres; a convertirse en un hombre de honor y a seguir las reglas aún si eso implicaba ir en contra de su propia voluntad. Si se mantenía al pie de la letra nunca sufriría, podría tener una buena vida, una profesión admirable y una familia que lo valorara; podría mirar de frente a sus padres y que ellos estuviesen orgullosos.

Jungkook era el mejor en el instituto Roundfrit con calificaciones espléndidas. no tenía muchos amigos, pero se convenció de tener más que suficiente con sus allegados de la iglesia. Sus temas de conversación eran muy neutrales; como el cuidado del lugar, clubs de estudio y las próximas canciones que tocarían en la siguiente misa. Por la tarde se encontraba estudiando las leyes de los tribunales, garantías en el país y también internacionales; un poco de todo ya que quería abarcar la mayor cantidad de áreas posibles.

Por supuesto que jamás había tenido una novia. Su madre y la iglesia le habían hecho prometer que la primera chica en su vida sería la única y la última. Debía elegir a alguien con las mejores cualidades y que diera buenas expectativas para todos. Responsable, inteligente, que le gustaran los labores del hogar y también que tuviera decidido un futuro dedicado a su esposo. Madura, con un comportamiento que no interviniera en las decisiones de la familia y de igual manera, fiel a la religión. Una mujer que se limite a no contradecirle, dispuesta a estar a su lado para siempre y cuidar de sus propios hijos en un futuro, no sin antes unirse en matrimonio ante los ojos de dios.

"Como tú madre; sabe dibujar y también de buena música, que te cuide como nadie y de todo por ti. Pero que sea muy hermosa antes que nada." Le dijo su padre entre risas con otros compañeros.

Hasta que no encontrase a una chica con esas cualidades, no podría salir con nadie en esos términos. Consideraba que al cumplir con todo esto obtendría sin duda la llave para una buena vida. Se miraba así mismo en un futuro como alguien honrado y satisfecho para el legado de su familia.

O eso pensaba el heredero de los Jeon.

— Buenas tardes, Jeon Jungkook.

Hasta que de camino a casa un automóvil se detuvo junto a él.

— Huh, buenas ta...

— Sube al auto. Ahora.

— ¿Ah?

No pasó un segundo más para que sintiera fuerza brusca tirar de su sudadera, provocando que cayera al interior de vehículo. Apenas pudo reincorporarse cuando el auto arrancó a gran velocidad.

— ¡No! ¡Ayuda! ¡¿Qué crees qué haces?!

Pudo acomodarse un poco, percatándose de que conducían al exterior del fraccionamiento.

— ¡D-Deténte! ¡Esto es un secuestro! — Comenzó a gritar intentando abrir la puerta y la golpeando la ventana desesperadamente. — ¡Para el auto! — Repetía una y otra vez. — ¡Déjame ir! ¡Yo no conozco a nadie! ¡Voy a saltar si no me dejas ir!

La figura encapuchada no respondió ninguna demanda, solo se limitaba a mirar el retrovisor y acelerar.

— ¡Dije que pares! — Gritaba ya buscando confrontación. — ¡¿Pero qué te pasa?!

Ni una sola palabra como respuesta.

En su desesperación intento tomar el volante, pero se detuvo en cuanto vio el arma que se posaba junto a la pierna del conductor. Casi podría jurar que su corazón paró en seco.

— Te estoy salvando la vida, Jungkook. — Soltó el conductor señalando con una mano el espejo lateral junto al chico. — Puedes verlo ahí.

El castaño observó desconfiado pero con miedo, solo para confirmarlo todo al ver a otro automóvil que les seguía muy de cerca; no mucho para alcanzarlos, pero si lo suficiente como para darse cuenta de los estaban siguiendo.

— Nadie va a hacerte daño, te doy mi palabra.

Parpadeó repetidamente una y otra vez. No lo podía creer, debía haber escuchado mal o tal vez ya alucinaba como trauma.

— Solo ponte el cinturón de seguridad por favor, tenemos que salir de aquí y necesito acelerar más.

Jungkook estaba atónito. Acató la orden del desconocido mientras procesaba lo que había escuchado, sin poder creerlo y ahora confundiéndose por toda la situación.

¿El encapuchado era una mujer?

Leaders /Jungkook (pausada para edición)Where stories live. Discover now