El violinista: El chico de la curiosa marca.

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Vestido en un elegante traje negro a juego con una camisa de lino roja, se encontraba el hijo único de Monkey D. Dragon. Importante empresario japonés, dejando recursos exuberantes en la investigación más resonada de la época: La bomba atómica.

— Señorito Luffy, su transporte está listo —le informo la amable nana.

— Gracias, nana —dirigiéndose al automóvil, se despidió de la mujer.

Tomando lugar en el asiento trasero, dando una sorda indicación con su cabeza, el chófer hizo rodar los neumáticos por el asfalto recién colocado. Pronto se dejo caer una suave llovizna, haciendo que las gotas de agua, deslizarán sin rienda por el cristal de la ventana.

Manejando por unos treinta minutos, hasta llegar al gran teatro. Recinto dichoso de ángeles que te llevan al paraíso sin despegar tus pies del suelo, pero haciendo levitar tu alma hacía los cielos.

Pronto, logró dar con la entrada del lugar, hermoso y maravilloso lugar. Agradeciendo con sutileza y educación, bajo y camino hacia la puerta principal, entregando su boleto y enseñando la pequeña insignia de la familia Monkey, fue recibido con lujos.

Caminando sigilosamente, con clase y de forma gallarda, llegó a la sala del recital de bienvenida del nuevo violinista. Buscando con la mirada un lugar donde disfrutar la actuación. Se decidió por un asiento cercano al escenario, en uno de sus extremos, se sentó.

Escuchando atentamente la palabrería del presentador, desesperándose por escuchar la hermosa sinfonía que prometía su padre. La persona que había descubierto al violinista innato. Espero por él.

Lo observó. Miró con atención sus facciones y cómo el hombre transmitía a través de su melodía y gestos, sus sentimientos, a veces eran sonidos de alegría, a veces melancolía. Era simplemente hermoso.

Pronto, hubo una pausa, se dio cuenta cómo camina hacia un lado. Hacía dónde estaba él, el chico dejo caer una rosa. Rosa que sostuvo entre sus manos, sin necesidad de moverse. Una sonrisa ladeada y unos grises ojos tristes fue lo que su atención llamó.

Dando una deslumbrante sonrisa y moviendo sus hombros, siguió apreciando la sinfonía. Pronto, violentamente se escucharon los sonidos que producía la fricción del arco contra las cuerdas, para suavizarse y terminar en un clímax excitante.

Se levantó y aplaudió con bastante alegría, cómo siempre su padre no se equivoca en los talentos. El chico de la mirada gris, era simplemente un genio con aquel fino instrumento.

Colándose y pegándose contra la multitud, se hizo camino hacía los camerinos, cuarto lleno de expectación. Dando su nombre y apellido, pronto se le dejo entrar al lugar. Observó como venía aquel chico, lleno de nervios y miedos.

— Buenas noches, violinista. La rosa es hermosa —la llevo a su nariz, embriagándose con el dulce olor—. Mi nombre es Luffy. Monkey D. Luffy.

El violinista dio una reverencia, era un importante señorito de la más alta sociedad e hijo único y mimado del hombre que le había descubierto en un descuido. Miro que tenía una deslumbrante sonrisa. Sonrisa llena de alegría y pureza, indigna para cualquier mortal. Llena de amor y carisma, haciendo que cualquiera se rindiera a sus pies. Pero, había algo extraño, una marca, una cicatriz en forma de arco debajo del ojo izquierdo del muchacho con dos ranuras en los extremos.

Una curiosa marca. Marca de linaje o de algún pasado triste. No lo sabía y no debía hacer comentarios al respecto.

— Buenas noches, Monkey-sama. Mi nombre es Trafalgar Law. 

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CONTINUARÁ... 

El violinista. [LawLu]Where stories live. Discover now