Después de tanto tratar,
de tanto buscar en cada parte de mi mente
no puedo sentir ni recordar tu olor, tu esencia,
puedo percibir cada uno de los objetos y personas
aun a distancia de mí, tantos sentimientos, tantos malestares,
todo ese fétido humor que la mayoría de las personas
con perturbadora gracia va dejando a donde quiera que va,
puedo oler el miedo del perro abandonado que día a día busca a su amo
caminando sin rumbo, tratando de encontrar lo que anhela tanto,
suena como si hablara de mí, ¿Verdad? Cierto, estoy en la misma situación que él
apegándonos a nuestro sentido más fuerte para poder llegar a la persona que nos hace falta.
Puedo oler los recuerdos que pasan como el viento por mi rostro
dejándome su sensación de lastima y tristeza
millones de emociones mezcladas en mi nariz,
extrañamente distinguiéndose cada una, pero no te siento a ti
esa fragancia tan hermosa que me decía como las rosas
se sincronizaban para no emitir algo más dulce que tú,
ese olor natural que me hizo darme cuenta por qué nací con este don
que tristemente después de ti, se ha vuelto un truco barato de circo,
recuerdo tu rostro, tu piel, tus perfectas manos, incluso el lunar bajo tu labio
que se confundía con una migaja de chocolate.
Pero tu olor está muerto para mí, no logro saberlo más,
esa tranquilidad de me daba, como me hacía suspirar, me hacía perderme
en el océano de olores que siempre percibo,
pero tú, resaltabas como la única luz en la oscuridad más profunda,
¿Por qué ya no puedo sentirte? ¿Por qué tu olor permanece muerto para mí?
¿O será acaso que mi don se acabó?...
Espera... ¿Soy yo el que ha muerto?...
