Tan sólo verlo es delicioso

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Hace cuatro días, y una semana antes del reencuentro de Akashi y Kagami.

— ¿Kagamicchi, te puedo decir algo que no sabes que yo sí sé?—preguntó Ryota en la cómoda cama del diez. Apenas estaba saliendo el sol aquel día a las cinco de la mañana, tal vez los rayos del sol eran escasos, pero la opaca luz era notable para poderse ver los rostros.

El pelirrojo suspiró cansado, a veces Kise puede hablar demasiado. — A ver... ¿Qué pasa?—dijo soltando un bostezo.

— ¿Recuerdas que dije que me gustaba Akashicchi?—murmuró sintiéndose de alguna forma observado, aunque no fuera así.

— Por supuesto, pero ahora que lo pienso, ¿no crees que cambias de opinión muy rápido? Digo, un día sí y al otro no—analizó haciendo sentir mal al otro.

— Verás... Te mentí desde el principio.

A continuación, el temeroso silencio que Kise esperaba envolvió a la habitación. Lo único que podía pensar el rubio es que probablemente Taiga lo estaba mandando mil veces al demonio. Pero en verdad que se sentía bien decir la verdad, sentía que la opresión de su pecho se liberaba. El problema es que tal vez el chico que le hizo abrir los ojos ante el sentimiento de perder, la emoción y pasión por el baloncesto ya no quiera ni verlo en pintura.

— ¿Por qué?—preguntó después de un tiempo.

Después de todo, Kagami es alguien noble y estúpidamente impulsivo, lo que hizo que los últimos años él madurara para enfrentar los problemas con precaución, como ahora.

— Tengo miedo de que las cosas cambien—confesó.

— ¿Miedo? ¿Por qué las cosas tendrían que cambiar?—cuestionó confundido. Kagami no veía el problema en estar con Akashi.

"Ya estoy pensando cosas raras" se dijo el dorsal diez imaginándose en una linda relación con Sei.

— ¿Qué tal si estar con Akashicchi te vuelve absoluto? ¿¡Qué tal si al salir con Akashicchi ya no tendrás tiempo para jugar conmigo!? O aún peor, ¡tendremos que verte con Akashicchi siempre, besándose y haciendo cosas de novios!—estalló sintiendo como el aire regresaba a sus pulmones.

Taiga sintió el leve rubor en sus pómulos al imaginarse (de nuevo) tocando la suave piel blancuzca del emperador, besándole, abrazándole. La manera de amar de Taiga es algo ingenua.  — ¿¡Qué dices rubio estúpido!? Si... Si yo llegara a salir con Akashi, las cosas cambiarían pero no de esa forma. No puedo volverme absoluto, eso es ridículo; habrán días para estar con mi novio y otros para estar con mis amigos; y sería sumamente vergonzoso que nos vieran besándonos, que cabeza la tuya—aseguró 

Kise abrió de golpe los ojos al comprender lo que había dicho Taiga, sonrió y dejó escapar el suspiro más largo de su vida. — Escucha Kagamicchi, tal vez no sea yo el único que se sienta amenazado—dijo en tono de advertencia.

— Ya había pensado en esa probabilidad—expresó. — Pero sí es verdad, todos son una bola de estúpidos.

★_★_★

— ¿Debería preocuparme?—dedujo al final el pequeño Akashi extrañamente inseguro.

— ¡No! Deberías estar alegre, Kagami ha dado el primer paso, ¿por qué no intentas algo tú?—respondió Mibuchi cerrando su casillero con cierta delicadeza, él no quería que su lindo y recién instalado espejo se quebrase.

Yo sólo estaba de másWhere stories live. Discover now