Lunes

15 1 0
                                    


Fuera de mis días en mi primer trabajo también me encuentro en mi primer inicio de divorcio, mi primer pastel sin azúcar y mi primera historia sin final bien fabricado. Afortunadamente solo tengo dieciocho años y es el comienzo de una vida llena de altos y bajos... hasta ahora mi vida parece montaña rusa averiada.

Retada a escribir una historia con más de 10.000 palabras decidí escribir lo que me recorre la mente.

Cada mañana me esfuerzo en dejar mi cama sin lloriquear tanto y lograr hacer todas mis actividades mañaneras a tiempo; muy pocas veces sucede.

A treinta minutos de distancia de mi meta número uno de tres, caminaba a la mayor capacidad que mis botas negras permitían (son hermosas pero apestan para caminar distancias considerables) hace diez minutos debía estar a mitad de la meta uno, algo (mi reloj) me dice que no llegare a tiempo.

Considerando mis pasos, los minutos, y que ningún coche se digna a detenerse decidí comprar unos aperitivos para alegrarles la mañana a mis jefes y no escuchar algún sermón de que he llegado tarde en varias oportunidades en el mes.

Nada interesante sucede camino a la meta dos, aunque vi a Viernes, iba muy lejos entonces no le llame.

Cuando llegué a la meta tres, con veintinueve minutos de retardo vi a todas las chicas de negocios en su respectivo lugar y Viernes lucia relajado dentro de su sweater negro Everlast y su sonrisa que marca un hoyuelo en su mejilla derecha.

Sin prisa subí las escaleras para encontrar a +80 sentada en el comedor vigilando que nadie robara el café que burbujeaba, dejé mi almuerzo y me encontré con mis cuatro jefes (La jefa mayor se encuentra de viaje por unos meses) a quienes considero la mia piccola familia, fue cuando sentí por primera vez aquel pequeño pinchazo en mi pecho.

ViernesWhere stories live. Discover now