Parte 3/ Final

709 89 57
                                    

Los meses de guerra parecían volverse eternos; hace más de dos años que Harry había abandonado su casa y gracias a la nueva restricción ni siquiera podía mandar alguna carta para informar a su familia de su paradero. Sin embargo el rizado no parecía tener problemas respecto a ese asunto, a decir verdad se le notaba muy entusiasta cada que volvía de su descanso en las orillas del mar. Como todo lo bueno llega a su fin, ese Lunes la realidad le golpeó como un frío balde de agua en la cara.

-¿Qué? No es posible, me estás hablando de la muerte de 180 personas.

-Lo sé Harry, yo tampoco esperaba esta baja tan inmensa, por ello te estoy informando que tú, Will y nuestra tropa partirán mañana mismo a Londres. Los necesito allá.

-No me puedo ir, no estoy listo. -Los ojos del ojiverde estaban irritados, las lágrimas en su rostro caían perfectamente por el borde de su mentón.

-Tendrás que estarlo. -Susurró el sargento. - La guerra no es un juego, hay civiles en esa ciudad y no estoy dispuesto a sacrificarlos en manos de esos bárbaros.

-Entiendo. Le... Le avisaré a Will. Gracias.

Sin más, Harry se dirigió derrotado a su tienda. El frío no era el motivo de su agitación, estaba aterrado. Durante todo ese tiempo permaneció en la frontera evitando el paso de algún enemigo, sin embargo nunca lo hubo; jamás había peleado por su vida. Él no era un experto en combate, sin mencionar que el matar a una persona le hacía perder la cordura. No quería convertirse en un asesino, no quería derramar la sangre de soldados forzados a luchar iguales que él. Tuvo que guardar compostura para decírselo a su compañero, pero fue imposible para ambos que lloraron aquella noche apoyados uno del otro. Era cierto que no habían establecido una amistad memorable, pero ante el pánico se encontraron como su único respaldo y consuelo; la guerra era una mierda.

En la madrugada Harry recordó al tritón que lo esperaría con su sonrisa resplandeciente en la mañana, como cada día lo hacía, y sintió su corazón romperse cuando llegó a una conclusión; no volvería a verlo nunca.

Se paró abruptamente de su cama y corrió aún aturdido hacia el mar, más allá de los árboles con la pequeña esperanza de encontrarle. Gritó su nombre destrozado, destrozado por estar consciente que ese sería su único momento de paz, la última vez que podría hundirse en sus ojos azules y dejarse llevar por el deseo de su piel tersa junto a la suya. Louis respondió al tercer grito, saltando del agua y cayendo secamente en la arena.

-¿Hazz?- musitó frotando sus ojos. - ¿Qué haces aquí?

No respondió, caminó directo hacia donde se hallaba el chico, inclinó su cuerpo y le dio un beso cargado de necesidad, de impotencia mientras las lágrimas le daban un sabor ácido a sus labios. Pasaron varios segundos de esa forma, hasta que se separaron en busca de aire y Louis pudo recargarse en el pecho del rizado.

-¿Te encuentras bien? - Se atrevió a preguntar el ojiazul recorriendo con el dedo índice su abdomen por encima de la camisa.

-Voy a irme Louis.

-¿A dónde?

-Lejos de aquí.

-Puedo esperar a que regreses.

-No lo haré. No lo comprendes, no son unas simples vacaciones, yo... yo no sé si salga vivo de esto. -El tritón frunció el ceño, buscando en esos ojos verdes la respuesta a sus inquietudes, pero estos se encontraban sin brillo alguno, como si ya hubiese muerto.

-¿Los hombres malos van a llevarte lejos?

-No, me voy con mi tropa a pelear contra ellos.

-No quiero que lo hagas.

Donde nuestras voces callan Where stories live. Discover now