Relatos de Mi Niñez - Las Luces

La Lámpara- Part 2

La misa transcurrió milagrosamente rápido, ya que de verdad, las misas se me hacían interminables. No sé si eran muy aburridas o demasiados rezos que rezar, pero ese día tal vez tenía que ver que iríamos a comer helados y también de compras, pero justo al final de la misa cando ya está casi terminando, el Padre Miguel se paró a dar su último sermón, y estaba en el podio central, justo al lado de una candelabra grande, que sostenía una vela muy gruesa, casi a la altura del Padre Miguel. Lo que me llamó la atención fue que mientras el Padre hablaba, la mecha de la vela no dejaba de parpadear en forma intermitente lo que me hizo pensar inmediatamente en lo acontecido la noche anterior.

Íbamos de salida cuando le tironee el vestido a mi abuela para preguntarle si no sería una buena idea contarle al Padre Miguel lo del la dichosa lámpara, a lo que ella de inmediato respondió, ¡NO! Haciendo el signo de silencio a continuación. Era obvio que estaba hablando más de la cuenta. Hoy entiendo un poco más las situaciones de antes, ya me puedo imaginar si otras personas hubieran sabido, lo que se podría haber rumorado o tal vez más que eso, tal vez nos habrían hasta excomulgado de la iglesia, quien sabe. Dejamos la limosna a los pies de San José, nos persignamos y nos fuimos, ya con dirección a la heladería, que alegría, me encantaba ese lugar.

El camino se hizo corto de vuelta a casa, ya casi oscurecía. Llegamos y ya la señora Filomena se había marchado, la casa estaba solitaria, el abuelo no llegaría hasta el día siguiente, siempre tomaba dos días cuando iba al norte a recoger mercadería. Sus viajes de recolección eran siempre más largos, porque iba a zonas apartadas, alejadas de las carreteras y así lograba recolectar mas materia prima. Su trabajo era distinto de muchas otras personas, pero él hizo su pequeño imperio con la recolección de cueros de animal, ya fuesen vaca, novillo, cabro u oveja, todo lo recogía él. En esos tiempos él era uno de los pocos que hacia ese oficio, no era fácil seleccionar los cueros de acuerdo a lo que las curtiembres requerían, pero él era bueno en eso, y además muchos de sus proveedores decían que él era justo y pagaba bien.

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